viernes, 4 de enero de 2008

Esto es de a dos.

Se arrancaron la piel lo más pronto posible, tan sólo un respiro y ya estaban desnudos. Estaban nerviosos, pues no era la primera vez. Ella mordió su espalda y tan pronto como pudo arrancó su carne, masticó sus huesos, escupió sus venas y nuevamente vomitó sus entrañas. Él no tuvo más que hacer, se acababa el tiempo y ellos también estaban acabando(se). Ella gritó tan fuerte que se trizaron sus dientes, apretó tan fuerte sus manos que sus dedos desaparecieron fundiéndose con el viento.

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