sábado, 29 de octubre de 2011

Vorágine.

Tu boca, implacable sol de octubre
sólo a veces llega hasta mi orilla
haciéndome vibrar con su beso eléctrico
o acaso el sol habita entre tus labios.

En tu espalda navega el perfume
que baña estas sábanas vertiginosas
blancas, ¡víctimas de cuerpos voraces!
cuando hambre y sed se instalan
en cada milímetro de piel palpitante.

Sobre tu pecho elástico entierro mis dedos
estampo mis besos, me sumerjo y navego
buscando sedienta la calidez de tu sur
mientras oigo moribundas vocales
que brotan desde tu boca púrpura.

En aquél recóndito lugar de tu piel sabrosa
se esconde el más dulce néctar
-que cuando la hora de los cuerpos llega-
fluye cual luz titilante
desde la paciencia hasta el grito impávido.

Y es entonces
cuando te evaporas y yo me derramo
cual enjambre de músculos y nervios
como si hubiéramos tocado el cielo
y caído después.


Santiago nos invita, singular capricho.

lunes, 24 de octubre de 2011

Pinceles sean los sentidos.

Hago caso omiso a las visiones
a las premoniciones maternales
a los sueños de medianoche
porque digámoslo, ¡es la ceguera!
solar y de pronto eterna
compañera de mis noches
la que se ha instalado
llenando cada esquina
de este corazón noctámbulo.

Sin embargo, espero
que aquel sol efímero
mate la ilusión enferma
y sincera
o acaso la paciencia
¡DESTINO MUY RARO!
la desobediencia de nuestro instinto.

¡Resistencia y entrega!
-yo confieso-
me enamoré flotando en nubes
hace ya algunos años
vi crecer orugas en mi estómago
mariposas que hoy vuelan tuertas.

Por encontrarte
crucé puentes de sueños
conseguí que mi cuerpo volviese
pero mi alma
se quedó chapoteando en tu orilla
junto al vaivén y la imagen
de un recuerdo y una canción confidencial.

Ceguera solar.

Porque tu silencio conoce mis rincones
sé tú la brisa que da vida a la hoja temblorosa
sé tú aquél desconocido verso azul
la puerta del verbo, el impulso del beso
que detenga el tiempo
desde el primer grito
hasta las alas.

Porque no importa, ¡sobrevive!
dentro de mi la sonrisa trémula
la palabra cobarde
el miedo infinito
vistiendo y desvistiendo
mis días, mis noches
-y mis piernas-.

Frente a la cicatriz callarlo todo
¡ser enredadera en el silencio!
tragando palabras y espantos
maldiciendo a villanos e insectos
porque la lluvia se quedó esperando
el orgasmo, el espanto y el invierno.


Así, nos imprimimos autodestructivos
mas, no te preocupes
pues el amor
nunca nos dejará solos
¡sí las miradas desobedientes!
y esa distancia que ingenua
brota de tu alma hacia la mía.

Ese tiempo, mío, ya no es.

No tengo elección
el destino nos está borrando
¡que inexpertos amantes!
luego de aquél abril cobarde
sumamos destinos y desafíos
mientras voces violáceas
se dedican a desmenuzar mis latidos.

Sin embargo, estoy
pues bajo ninguna circunstancia
esto es contemplación ni crítica

es cosa de espejos y de sábanas
¡se trata de paciencia y de cielos!

Y para el que cree en miradas radiactivas
que vea lo que mis ojos ven
cuando te siento

ven el fruto de la espera
porque sólo saben que lo nuestro
es el dialogo azul
de un remoto encuentro tinto.