miércoles, 26 de agosto de 2009

Me lo advirtieron.

No extrañaré el beso amargo
la caricia exánime ni la palabra exangüe
no buscaré el mítico abrazo
la charlatanería ni la mirada envasada.

Extrañaré el beso suave
la caricia bondadosa y la palabra dulce
buscaré el eterno abrazo
la poesía y la mirada melódica.

Algún día.

martes, 25 de agosto de 2009

Te fuiste hace meses, abril.

Encontrarme contigo quisiera
saber que estás, que estamos
juntos como las hojas trémulas
que se funden con el viento
de este crepúsculo sideral

y, sin embargo, sé

que no me ves y yo te veo
que los cigarros y el vino
que los pasillos y las baldosas
cantan tu ausencia y mi melancolía
porque las nubes no son nubes sin tu voz

y, sin embargo, siento

que mis huesos no son huesos sin tu carne
que mi alma no es vida sin tu cuerpo
que mis manos no se moverían
en este preciso instante
si no fuera por tus pasos

y, sin embargo, espero

precisamente ahora, que vuelvas
fugaz como este segundo
que hace dos o tres
o cinco o seis
acaba de partir.

No sé por qué te creo tanto.

Me di cuenta que hace mucho tiempo no vuelo. Antes, me lanzaba por los balcones y volaba de cerro en cerro, me perdía en el aire y en la brisa, jugaba con las nubes, viajaba a planetas y a galaxias azules. Hoy no vuelo: me arrastro. Me he convertido en una lombriz cada vez más diminuta que de tanto arrastrarse hasta tierra come. He dejado la imaginación y los sueños de lado sólo para no inventarte tanto, para no olerte en mis manos, para no crearte en mis sueños, para no sentirte en la piel; simplemente, para no pensar que te tengo sólo en la distancia. Distancia, solar, como estas ganas que tengo de ti. Ganas de atraparte, de tenerte entre mis manos -y piernas- y que no te vayas jamás -que no te marches, que no me dejes-. Sólo puedo respirarte, sentir tu aroma lejano, tu beso moribundo del que sólo tengo recuerdos. Mirarte y que me mires nunca es suficiente, yo quiero tu ojo, tu nariz diminuta, quiero perderme en tu voz y en tus palabras, en tu lenguaje hundirme y nacer mil veces hasta que la muerte ya no sea desechable, hasta perderme -nuevamente- en ese minuto que se quedó jugando en tu espalda para luego nadar en tu piel. Me rehuso a no tenerte, me niego a sólo verte. Quiero embriagarme con la música de nuestros cuerpos, sentir la respiración de nuestras almas como ahora siento esta ausencia de ti. Te quiero aquí, ahora ¡Ahora!
Intentaré volar.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Y el ratón mickey.

Martes 1:26 a.m.
Estaba sobre mi cama jugando a imaginar, mientras cumplía con los ejercicios de rigor (que creo no es necesario mencionar) cuando no me di cuenta y en cuestión de segundos ya estaba plácidamente durmiendo. Hubo un pequeño lapso de tiempo desde que cerré mis ojos, volé y aterricé y desperté en mi cama de zopetón. Hace tiempo no me ocurría esto de despertar como momia. No es primera vez que me pasa que despierto con el cuerpo inmóvil, sin poder respirar, con la sensación de que todo intento por lograr algún movimiento fuera en vano, prisionera de un cuerpo sobre el que no tengo control; como si alguien estuviera asfixiándome y sujetándome, obligándome a permanecer alerta; como si derrepente las sábanas cobraran vida y se convirtieran en un monstruo traga-paulas. Y así fue. Desperté como antes, con esa sensación, pero esta vez había alguien sentado en el borde derecho de mi colchón, era un hombre y creo pude distinguir su silueta. Lo miré pero no vi más que su sombra, todo en este trozito, pequeño reducto, pieza invisible de esta casa estaba como siempre: patas pa'rriba.
No, miento, estaba intacta. Todo en su lugar, la cortina cerrada a medias dejaba entrar un poquito de luz anaranjada pero no era suficiente. Creo que pasaron varios segundos desde que abrí los ojos y estuve inmóvil hasta que después de varios intentos pude moverme. Aquella presencia me presionaba la boca quitándome el aire y yo podía hacer nada. Intenté gritar, respirar, pero no. Tuve miedo. No sé si desperté o seguía durmiendo, pero reaccioné o tuve conciencia o no se qué pero ¡NO! no había nadie...
Ah, en fin, lo escribo sólo para no olvidar. Sé que esto tiene nada de sentido, nada aquí tiene sentido ¿Por qué habría de tenerlo?
Esto de oscilar entre realidad y ficción me está pasando la cuenta.

lunes, 10 de agosto de 2009

Know how?

- Una vez me dijiste algo que jamás olvidaré.
- ¿Qué?
- Que sólo hablamos cuando estoy bebiendo, que me pongo más cariñoso con un par de tragos. Esta vez intentaré cambiar, ¿no has notado alguna diferencia?
- Sí, este vino es menos dulce que el anterior.

La sangre parece no ser suficiente, necesitamos algo más y no sé dónde encontrarlo. No sé cómo llegar a ti, a que entiendas que aquí estoy y siempre he estado para ti, que quiero ayudarte, hablarte, conocerte y quererte más y que me quieras también. Porque, muchas veces, la soledad nos cega. Quizás esa es nuestra semejanza más inofensiva. Porque estamos solos, solos y ciegos. Hemos estado frente a frente y no nos hemos dado cuenta. Es hora de comenzar a recuperar parte del tiempo que hemos perdido y aún no sé cómo.
Malditos elefantes.