martes, 15 de diciembre de 2009

Santiago tiene un big falo.

Cuando el reloj marque las doce la Torre Entel lanzará semen iluminando el rostro del cielo Santiaguino mientras nosotros desde la Alameda contemplaremos boquiabiertos los fuegos artificiales penetrando en la noche.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Con el corazón salado.

Caminaron sobre la arena mientras el mar les arañaba los pies, subieron unas rocas para poder apreciar mejor el hermoso paisaje y se sentaron sobre una de ellas para descansar. Eran las ocho y quince y ante sus ojos una hermosa puesta de sol iluminaba la tarde. Un barco dibujaba una línea en el mar y se perdía en el horizonte. Los colores del cielo decoraban la tarde: púrpura, naranjo, celeste y amarillo. El viento les acariciaba el rostro mientras ellos se besaban con ímpetu. Estaban solos. Él con sus torpes manos rodeaba su cintura y ella acomodaba suavemente su cabeza en el pecho de él. Se fue el sol y se escondió quién sabe dónde. El cielo comenzó a pintarse de gris. Él se levantó y fue hasta el borde de la roca más alta para mirar cómo las olas rompían en las rocas de más abajo. Ella, también quería ser espectadora de tal escena, caminó hacia donde estaba su amado lo abrazó y besó como nunca. "Te amo" le dijo con ternura. Dieron juntos un paso hacia delante...

...y la sangre tiñó el mar.

domingo, 18 de octubre de 2009

¡Salud!

Intentar recordar aquello que sucedió después de las cuatro me resulta un tanto complicado. La verdad es que creo tuve alzheimer por un par de horas. No recuerdo lugar, personas, ni quién fui. Hago el esfuerzo pero no hay caso. Difícil es al otro día acordarse del show, de los 'te quiero amigo', de las llamadas con un vaso en una mano y el teléfono en la otra, de con cuántos (o con cuántas), de las idas al baño con compañía, de la 'siesta' en la escalera, de la caminata en zig-zag, de las promesas, del odio compulsivo y del amor sin temor. De las ganas inexorables. De la mezcolanza, del cigarro prendido al revés. Insisto es difícil, incluso al otro día, cuando te falta poco pa' que la cabeza se te reviente, y peor aún, si sientes que tus neuronas están en pleno concierto de heavy metal. Una batería y mil tambores retumbando en la cabeza. Hasta el aroma más dulce se torna nauseabundo, el sonido más suave, aquel que en algún momento fue imperceptible se multiplica por mil.
En batallas como estas el agua es el más fiel aliado y las sabanas son el mejor refugio. Ni veinticuatro horas de sueño serían suficiente. Por eso, prometo que nunca más. (Al menos hasta mañana).

Ofrezco las disculpas pertinentes.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Chocolates y primavera.

Arranqué del puerto y llegué a la urbe. Bajé del bus y ahí estaba, puntual como siempre, esperándome con un cigarro famélico entre los dedos. Recuerdo que le hice un gestito, para que me esperara un poco más allá, así que nos encontramos a un par de cuadras del terminal. Hace meses que no nos veíamos, quizás eso hizo que la conversación se alargara más de lo previsto, ya me estaba dando lata tanta verborrea, tanta charlatanería. Estábamos en un café frente al Santa Lucía y él, no se cansaba de contarme sus historias, esas de "macho", esas de carretes: cuántas minas, cuántos copetes, cuántas cachitas; qué se yo. Como si me importara... ¡Pura Lata!... Así que mejor pedí la cuenta (yo invitaba al café y él, a lo que venía después). Siempre usando al pobre e inocente café como excusa, pa' puro dilatar el asunto ¿Cuál es la idea?, ¿pa' qué no se vea tan "grosero"? Jaja, por favor. Ambos sabíamos a lo que íbamos. Y 'uta que la pasamos bien ese ratito.
Claro, hace rato yo venía diciéndole que era hora de dejar la mamonería de lado, echar de la cama esas conversaciones amorosas que no llegan a ninguna parte, eliminar esos correos que no tienen ni pies ni cabeza, matar bien esos te quiero que nacieron medio-muertos, terminar con esas llamadas a medianoche.
¡Es tiempo de dejar las novelas en el cajón! Ponernos fríos de una vez, tirar a la línea del metro ese músculo palpitante. Sacar el animal que llevamos dentro. Saciar la sed. El hambre, las ganas.
Cuento corto: llegamos, entregamos las "cédulas de identidad", efectivo, tres horas. Subimos al ascensor: piso 4. Caminamos hacia la derecha: habitación 42. Con urgencia nos arrancamos la ropa y...

¡Mentira! Estoy aquí frente al mar, sola pa' variar. Y, estoy que agarro el teléfono y lo llamo y le digo, de una vez por todas, que tome un bus y me venga a ver. Y salgamos a pasear, a dar una vueltita por los cerros, a tomar un café y besarnos mientras el sol se prepara para irse al otro lado. Para que me venga a ver y caminemos por la orilla de la playa mojándonos las patitas y luego revolcarnos en la arena dibujando corazoncitos.

Siento que, realmente, me hace falta amar.
Este no es el mes.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Me carga.

Me carga septiembre, la primavera y las florcitas, los amantes y los parques, tanto pétalo y color. Me carga. Me carga, sobretodo, porque tengo que andar con un kilo de pañuelos desechables en la mochila y, realmente, no sé si será por el polen.
Lo sé, soy una cuarentona de diecinueve años a punto de cumplir ochenta. Soy una chascona, una mujer ("es niña", dijo el médico), desaliñada y desabrida. Soy fome, muy pero muy fome. Canto mal, pésimo, desafino con cuática y se me acaba el aire justo en la mitad de las canciones. Me gustan las películas mamonas, esas pa' picar la cebolla; puedo repetírmelas y volver a llorar cincuenta veces con la misma escena. Para qué hablar de las canciones, si de masoquismo se trata creo que me gané el trofeo; si estoy mal tengo que escuchar una canción que dure más de lo que me dure la pena y ojalá la intensifique ah, por cierto, si esta nublado mejor. Ah, y volviendo a los me carga, ahora que siento el dolor de cabeza post-viernes recuerdo que también me cargan el vodka y el pisco sour. Me cargan tantas cosas, antes me cargaban hasta las tortas, ahora último no más con los años las estoy pasando un poquito, pero tanto dulce me desagrada. Me carga ver fútbol, prefiero jugarlo. Me carga tanto sol, me carga tanto frío. Pero, definitivamente, acabo de descubrir que lo que más me carga de todo esto es este mes. Llega septiembre y ya quiero que termine el año, veo las primeras banderitas y me vienen las náuseas y las ganas de que esta manga de chilenos circunstanciales baile lueguito las cuequitas típicas y cante rápido el ce-ache-í del partido que se viene (perderán, me lo contó un pajarito). Y así, continúan las ganas de dar paso a octubre para que los pendejos salgan de sus casas a buscar dulcecitos y se les llene el hocico de caries gringas y así de un zuácate que pase también noviembre y el "día de todos los santos" para que esta tropa de deudos, también circunstanciales, vaya a ver a sus muertitos y a rezarle a los gusanos come-carne, para que se les borre el peso que han cargado todo el año por no ir a visitarlos; ¿qué diablos?, ¿por qué van ese día y no otro?, ¿tiene algo de especial, acaso, el primer día de noviembre? el cementerio se llena de vivos y los muertos no tienen idea...
Y así quiero, que pasen los días y los meses, que se vaya diciembre y toda esa payasada de felicidad sintética color envase coca-cola que inunda las casas sólo por una noche, que de una vez por todas ese viejo güeón se meta sus regalitos por la raja y asuma su relación zoofílica con Rodolfo. Quiero que terminen tantas cosas y que comiencen otras tantas pero, este mes no. Me carga la primavera, demasiado amor en el aire.
Quiero abril, por favor.

domingo, 6 de septiembre de 2009

A un amante (ficticio).

Hoy cuando te vi me quedé helada y un escalofrío subió por mi espalda. Me comí las uñas y me tembló el cuerpo, no podía creer que otra vez te tuviera frente a mí. Fue demasiado tiempo sin verte. Por eso, por el tiempo, hoy te amé hasta (no) decir basta. Recorrí tu cuerpo desde tus pies hasta tu frente, bajé por tu espalda y luego tomé un desvío hasta tu pecho. Ahí me quedé durante horas, te miré y no me cansé de mirarte; nos reímos juntos mientras el café se enfriaba recordando viejos tiempos, caminatas eternas, besos furtivos, miradas cómplices.
Nos besamos en Ahumada y durante la tarde hicimos el amor mirando el Santa Lucía por la ventana. Te desnudé suavemente, dejé tu ropa caer en la alfombra y comencé a besarte, a rozar tus labios suavemente y también lento. Fui bajando silente hasta llegar a tu pecho, con mi nariz fría viajé hasta el último rincón... tu aroma agrio y tibio me guío... y seguí bajando pero esta vez no dije basta. Llegué hasta donde nuestras almas confluyen. Ahí donde nuestros cuerpos desembocan, donde existe algo más que el nosotros. "Hemos ido tan lejos" te dije, pero no respondiste. Te miro mientras duermes, acaricio tu piel gris, cansada y ajada. El tiempo ha hecho lo suyo, pero no importa, con tu montón de noviembres y septiembres yo te amo. Tu respiración sabe a otoño y huele a abril. Te miro y tus labios entreabiertos me invitan a ser parte de ti, me invitan a fundirme con tu aliento, aliento de vida (y de muerte). Mirandote sigo, tomo tus manos y las beso como si fuera la última vez. Sé que será la última y tu también lo sabes, pero no te importa (en realidad, nada te importa). No quiero pensar en eso, no quiero pensar en que te perderé. Ahora dejo de mirarte, cierro mis ojos y me acerco a ti, me acerco porque quiero sentirte más, quiero imaginarte mío y sentirme tuya. Siempre he sido tuya y me gusta sentirme tuya, sabes que te pertenezco y de eso te aprovechas, sabes que no puedo evitarte. Me rehúso a dejarte, sin embargo, me entrego a la distancia. Te dije una vez jamás te olvidaría y juré no volver a pensarte, pero me es imposible. Tu recuerdo llega a mí todas las tardes y todas las noches y las madrugadas se tornan eternas, tu recuerdo sube por mi espalda, se cuelga de mi cuello y me pesa, me pesa cada vez más. ¿Qué más quieres? Hoy te di todo y te pedí todo también, me entregué completa, caí rendida. Estuviste al lado izquierdo de la cama, a centímetros del borde y yo a punto de caer, cada vez más lejos de ti. Me levanté, tomé mi ropa y me vestí, besé tu frente y me fui. Llegué corriendo hasta el metro, bajé las escaleras y fui hasta Baquedano. Ahí me quedé sola, pensándote. Prendí un cigarro y tu imagen se tiñó de azul, se diluyó.
Pasaron los días y me fui lejos, con el peso de tu recuerdo aún colgando de mi cuello. Otro cuerpo intentó reemplazarte pero nadie me hace sentir como tú. Creo que jamás te olvidaré y aunque te rías, es verdad. Porque te amo y lo sabes, porque te recuerdo y tu no a mí. Sólo fui una más, ¡una de tus putas! quizás no fue coincidencia que nos conociéramos en una esquina. Por ti han pasado muchas, demasiadas, quizás todas, sin excepción.
El otro con el que me acuesto es tu vecino, le hablé de mi locura por ti y siempre ríe, tampoco le importo, también soy una más.
¿Sabes? su cuerpo es más húmedo y su aroma es más bien dulce, su piel es fresca y huele a brisa, sus manos están suaves, debe ser el efecto del viento en la playa de su centro. A veces me hace llegar a puerto bueno, tu sabes... ¡Pero no! te quiero a ti, tus manos secas y tu piel gris ¡maldito seas!, ¿por qué no puedo?
Te escribo porque no puedo olvidarte, ¡sólo por eso! El recuerdo de tu aroma en mis manos no se ha ido, aún permanece. Permanece igual que tu piel en mí, tus colores, tus sabores, tu todo. Esta no será la última vez que te escriba, ten la certeza. Volveré en septiembre, cuando todo en ti sea primavera y tus calles se inunden de sol. Me sumergiré en tu centro y nadaré hasta lo más hondo, para encontrarnos otra vez.

Tu vecino Valparaíso te envía saludos, con él sólo he tenido sexo, nada de amor. Sólo Placeres en un Cerro Alegre. Así que no te pongas celoso, aunque dudo que te importe. Me vine en el bus viendo nuestras fotos, me quedé un par de minutos detenida en las que nos tomamos en Concha y Toro... ¡qué tiempos aquellos!... Te enviaré una copia de las fotos en la Plaza de Armas, unas dos que nos tomamos en el Forestal, las del domingo en Lastarria y las de los helados en el Emporio. Sólo para que intentes recordarme (entre tantas caras digo).
Un beso por debajo de tu piel, directo a tu estación de metro favorita. Al ladito de tu corazón y a dos estaciones de tus ojos.

Tuya siempre, Paula.

¡Santiago, Nadie te amará como yo!

martes, 1 de septiembre de 2009

Me quejo.

La primavera escupe demasiado.
Yo cuento puros cuentos: me vacío la boca y me lleno el cuerpo.
Saber quisiera cuándo llegas, por qué tardas tanto. Te creo todas las noches y te invento todos los días y te miro desde aquí y te grito callada: ¿por qué no me tomas la mano, y bailamos este baile pegajoso? envueltos en nuestros líquidos, fluídos, formas casi perfectas, en nuestro aroma casi eterno... vámonos a un lugar fuera del tiempo, a perdemos en el espacio ¡ven! yo te invito a crear, sentir, romper los dientes y la piel, chocar las cabezas y sudar, gemir, meter y sacar, entrar y salir, querer y dejar e irnos muy lejos, lejos, lejos.
Volar: crear mundos, universos, galaxias, planetas, sentir las estrellas en la boca.
Vibrar: estremecernos, gritar, embriagarnos, movernos, chillar, sentirnos dentro.
Quemarnos en el fuego efímero de la salsa húmeda y azul del cielo.
Caer en la arena, revolcarnos como dos locos, como dos perros dueños uno del otro.
¡Sucumbir de una vez por todas!
¡Hasta cuándo, hombre, te espero!
¡Sin límite devorar cuerpo y alma por separado, quiero!
Fundir, exprimir, succionar, morder.
Vomitar placer, sudar las ganas, expulsar. Apretar y soltar.
¿Cuándo?
Y es que, Señor, tengo un reclamo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Me lo advirtieron.

No extrañaré el beso amargo
la caricia exánime ni la palabra exangüe
no buscaré el mítico abrazo
la charlatanería ni la mirada envasada.

Extrañaré el beso suave
la caricia bondadosa y la palabra dulce
buscaré el eterno abrazo
la poesía y la mirada melódica.

Algún día.

martes, 25 de agosto de 2009

Te fuiste hace meses, abril.

Encontrarme contigo quisiera
saber que estás, que estamos
juntos como las hojas trémulas
que se funden con el viento
de este crepúsculo sideral

y, sin embargo, sé

que no me ves y yo te veo
que los cigarros y el vino
que los pasillos y las baldosas
cantan tu ausencia y mi melancolía
porque las nubes no son nubes sin tu voz

y, sin embargo, siento

que mis huesos no son huesos sin tu carne
que mi alma no es vida sin tu cuerpo
que mis manos no se moverían
en este preciso instante
si no fuera por tus pasos

y, sin embargo, espero

precisamente ahora, que vuelvas
fugaz como este segundo
que hace dos o tres
o cinco o seis
acaba de partir.

No sé por qué te creo tanto.

Me di cuenta que hace mucho tiempo no vuelo. Antes, me lanzaba por los balcones y volaba de cerro en cerro, me perdía en el aire y en la brisa, jugaba con las nubes, viajaba a planetas y a galaxias azules. Hoy no vuelo: me arrastro. Me he convertido en una lombriz cada vez más diminuta que de tanto arrastrarse hasta tierra come. He dejado la imaginación y los sueños de lado sólo para no inventarte tanto, para no olerte en mis manos, para no crearte en mis sueños, para no sentirte en la piel; simplemente, para no pensar que te tengo sólo en la distancia. Distancia, solar, como estas ganas que tengo de ti. Ganas de atraparte, de tenerte entre mis manos -y piernas- y que no te vayas jamás -que no te marches, que no me dejes-. Sólo puedo respirarte, sentir tu aroma lejano, tu beso moribundo del que sólo tengo recuerdos. Mirarte y que me mires nunca es suficiente, yo quiero tu ojo, tu nariz diminuta, quiero perderme en tu voz y en tus palabras, en tu lenguaje hundirme y nacer mil veces hasta que la muerte ya no sea desechable, hasta perderme -nuevamente- en ese minuto que se quedó jugando en tu espalda para luego nadar en tu piel. Me rehuso a no tenerte, me niego a sólo verte. Quiero embriagarme con la música de nuestros cuerpos, sentir la respiración de nuestras almas como ahora siento esta ausencia de ti. Te quiero aquí, ahora ¡Ahora!
Intentaré volar.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Y el ratón mickey.

Martes 1:26 a.m.
Estaba sobre mi cama jugando a imaginar, mientras cumplía con los ejercicios de rigor (que creo no es necesario mencionar) cuando no me di cuenta y en cuestión de segundos ya estaba plácidamente durmiendo. Hubo un pequeño lapso de tiempo desde que cerré mis ojos, volé y aterricé y desperté en mi cama de zopetón. Hace tiempo no me ocurría esto de despertar como momia. No es primera vez que me pasa que despierto con el cuerpo inmóvil, sin poder respirar, con la sensación de que todo intento por lograr algún movimiento fuera en vano, prisionera de un cuerpo sobre el que no tengo control; como si alguien estuviera asfixiándome y sujetándome, obligándome a permanecer alerta; como si derrepente las sábanas cobraran vida y se convirtieran en un monstruo traga-paulas. Y así fue. Desperté como antes, con esa sensación, pero esta vez había alguien sentado en el borde derecho de mi colchón, era un hombre y creo pude distinguir su silueta. Lo miré pero no vi más que su sombra, todo en este trozito, pequeño reducto, pieza invisible de esta casa estaba como siempre: patas pa'rriba.
No, miento, estaba intacta. Todo en su lugar, la cortina cerrada a medias dejaba entrar un poquito de luz anaranjada pero no era suficiente. Creo que pasaron varios segundos desde que abrí los ojos y estuve inmóvil hasta que después de varios intentos pude moverme. Aquella presencia me presionaba la boca quitándome el aire y yo podía hacer nada. Intenté gritar, respirar, pero no. Tuve miedo. No sé si desperté o seguía durmiendo, pero reaccioné o tuve conciencia o no se qué pero ¡NO! no había nadie...
Ah, en fin, lo escribo sólo para no olvidar. Sé que esto tiene nada de sentido, nada aquí tiene sentido ¿Por qué habría de tenerlo?
Esto de oscilar entre realidad y ficción me está pasando la cuenta.

lunes, 10 de agosto de 2009

Know how?

- Una vez me dijiste algo que jamás olvidaré.
- ¿Qué?
- Que sólo hablamos cuando estoy bebiendo, que me pongo más cariñoso con un par de tragos. Esta vez intentaré cambiar, ¿no has notado alguna diferencia?
- Sí, este vino es menos dulce que el anterior.

La sangre parece no ser suficiente, necesitamos algo más y no sé dónde encontrarlo. No sé cómo llegar a ti, a que entiendas que aquí estoy y siempre he estado para ti, que quiero ayudarte, hablarte, conocerte y quererte más y que me quieras también. Porque, muchas veces, la soledad nos cega. Quizás esa es nuestra semejanza más inofensiva. Porque estamos solos, solos y ciegos. Hemos estado frente a frente y no nos hemos dado cuenta. Es hora de comenzar a recuperar parte del tiempo que hemos perdido y aún no sé cómo.
Malditos elefantes.

domingo, 26 de julio de 2009

Así es la cosa.

No tengo temor a morderme los labios ni a quebrarme los dientes. Sin embargo, toda libertad decae, todo tiene un final, todo llega a un punto, a un límite.
La vida es como la cocina de la abuela; decadente, fuerte, roñosa, fragante, fulminante, quemada, tal como la televisión, la cuenta del gas o el costalazo del bandido; cuesta sacarse los piojos, el cerumen, el hambre, la sed y el odio.
Nadie nos soba la espalda cuando lloramos. Nadie debe ser tan soñador, ni buen perdedor. Pero yo me acuesto feliz viendo las fotos de rigor, el eterno café que se congela a mí lado y el confort reseco, la foto de Tom Yorke mirándome con sus ojos de pescado, los cuentos de la "añorada" infancia descansando a calzón quitado y mi corazón inhalando todo lo que pueda pillar a su paso, tristemente casi feliz, soñando o esperando desesperadamente la hora de su siesta fugaz.
Pienso que no he visto nada y no porque no quiera hacerlo sino porque los vidrios de esta habitación tienen demasiado polvo por dentro y ya estan arrugados los pobrecitos de tanta lluvia, por fuera. A través de mis persianas, no se puede ver el cielo; veo ladrillos que uno a uno apilados forman el muro de elefantes.
El reloj me grita que ya es hora de ir por un cigarrillo, entonces, salgo al patio a recordar los pasos de la noche anterior y mi buen amigo Bukowski me dice que vaya por una botella de vodka para amenizar la noche, sin embargo, mi garganta me suplica no más Paula, no más. Entonces, él se sienta a mí lado y comienza a relatar sus hazañas, me habla de sus prostitutas y del exceso de sexo. Me habla de licores y noches de nicotina, de antros y suburbios, de multitudes y noches de desierto. Me habla de despecho, de silencio, de relojes tuertos; de humanos y de esperanzas que como espejos caen y se revientan, se aplastan con los pies. Pasan las horas y él no calla, yo lo escucho pero es como si yo no estuviese. Ni siquiera me mira. Pero así es la cosa, al menos conozco a alguien que delira, sueña, fuma, bebe, grita, patalea, pelea y a veces, pocas veces siente como yo.
Porque ya no siento lo que pienso, pienso lo que no siento. Quiero lo que no está y no quiero lo que está. No me agrada nada hoy.
Mejor, púdranse todos. A la chucha, al carajo, a la mierda, al Diablo, al judío, al santo, a la perra; maldigamos todo antes de que nos maldigan en serio.

domingo, 12 de julio de 2009

Dos mil gramos.

De zopetón cambié,
hoy quiero VIVIR.
Sentir el universo entrar,
por los poros.
Por eso diré que sí,
a todo lo que ayer dije no,
bueno o malo siempre está bien,
la vida es y no hay más.
Otoño vulgar, inviernos hay pocos.
No importa el orden.

martes, 7 de julio de 2009

Pre-pararse.

Quisiera relatarte cada roce,
arrastrarte y hacer
contigo
otra vez
el camino de la humanidad
hasta esa
p
o
s
i
c
i
ó
n.

¡Dejando que gotee lo que sobre en ese baile!
sobre
tu cuerpo y sobre el mio,
los r e s t o s del
cuerpo que mueren
en
cada pequeña
muerte para vivir más
adelante.
¡El sudor!
la saliva
en
un
h
i
l
o
denso
que me esquive y perfore la sábana.

¡Luchando hasta no decir basta!
y yo
me pierda
en el aire que entre frío a tu pecho,
tan frío que te congele en un instante la respiración,
así será,
hasta que tú también digas basta y
te
d
e
r
r
a
m
e
s
y
yo
te
reciba
y
un ruido
como de cristales rotos sobre la alfombra,
UN RUIDO SORDO,
se te escape entre los dientes y quede de nosotros
lo que queda
cuando estamos desnudos y sin red,
un enjambre de nervios,
de l í q u i d o s,
sin forma,
como si hubiéramos subido al cielo
...
...
...y caído después.
Empezando l e n t a m e n t e,
sin filtros,
sin penumbras.
Con cuarenta grados de calor
y la transpiración
como cristales multiplicando la desnudez de estas,
nuestras imperfecciones.

¿Quién llega y se pierde en el corazón ?
¿acaso un eco insensible?
¡Mi sombra (a veces) tiene grandes impulsos!

miércoles, 1 de julio de 2009

Otro día no.

No tengo gripe, no estoy sin teléfono, no me he cambiado el nombre, no estoy con la caña, no he chocado, no me han atropellado y no me he suicidado. Sólo que hoy fue otro día No y no tengo ganas.
Me tiene aburrida el tema, porque siento que no llego a ninguna conclusión.
-A mi me gusta alguien cuando me agrada la persona que soy cuando estoy con ese alguien.
Me asombré ante ese comentario, que me parece ha sido lo más sincero que he oído durante los últimos meses. Y creo tiene mucha razón.
-¿Qué te haría feliz en este momento?
-Me gustaría estar en unas dunas enormes, tirarme rodando, quedar toda empolvada y matarme de la risa.
Entonces me acordé de la noche en que fui Gloria Trevi y no me importó la ridiculez del momento, ni la ebriedad, ni los vasos rotos, ni el amanecer, ni los conocidos, ni los desconocidos, porque yo estaba con la persona que quería estar y que me hacía sentir eterna y capaz. Y sobre todas las cosas, feliz. Haría cualquier cosa por volver a sentirme así.

Pero no.
La verdad es que no quiero. No por hoy.

Mareo.

En teoría faltan dos meses para que termine lo peor del invierno. Teóricamente aún no empieza el invierno. Teóricamente esta semana debería llover con escándalo.
Lo único seguro, es que yo debería estar en otro lugar y no aquí porque hace frío y la gente anda toda apestosa, corriendo de aquí para allá y de allá para acá. (Me incluyo).
Siempre termino ahogada en mis teorías sobre la maldad original del ser humano y el fin del mundo. Me aburro de escuchar decir las mismas cosas. Me interesan las cuestiones que a nadie le importan y lo que a todo el mundo le importa a mi me importa una raja.
Llevo varios días sintiéndome rara y supongo que en parte se debe a mi ánimo, que se precipita y decae con cada tontera antipática que tengo que escuchar o ver o leer.
Tengo un asco guardado en el estómago que creo en cualquier momento estallaré en vómitos y cosas por el estilo. Así que hago tiempo para no vernos y pienso que tal vez debería abandonar este hábito de escribir que me está trayendo puros problemas por donde lo vea.
Tengo claro que no es el momento, que las cosas no están organizadas para que yo pueda tener una esperanza real, puras ilusiones erráticas, confusas, desagradecidas. Lo peor de todo, es que soy así. Malditamente así. Tengo esa necesidad deforme de arrojar mi intensidad y mis ganas por todas partes.

Seguramente no pasará mucho tiempo hasta que esté equivocándome otra vez.
Ahora vienen los días donde me desprendo de los restos de esa acción en gestación e inmediatamente abortada que cae doliente y putrefacta. Y obvio que duele, no soy plástica y lamentablemente tengo todas las terminaciones nerviosas conectadas con mis sentimientos aperrados.
Lo que viene ahora: Receso.

Los afectos quedarán, por ahora, metidos en el congelador.

domingo, 21 de junio de 2009

Inicial.

Cuando todo hubo terminado,
estuve alerta esperando,
estuve en silencio escuchando,
tu respirar.

Sangre y sudor,
desde tu centro y el mío,
todo lo que soy,
¡juntos (no) somos!
mucho más que las noches de abril.

Tomando forma como dos líquidos,
revueltos, mezclados, sin presiones,
cambiando la razón por el color,
testigo único de estas, nuestras imperfecciones.

Prendida a tu piel, no estoy.

La cosa es así, ¿estamos?

jueves, 4 de junio de 2009

Qué.

Hace doce días me sentía vacía, hoy me siento llena. Pero llena de preguntas, y digo pero, porque si bien creo que estoy colmada de cuestionamientos y dudas, me siento (casi) vacía pues no encuentro todas las respuestas. Muchas (y por qué no todas) mis preguntas generan nuevas preguntas, algo así como: una pregunta viene de otra pregunta y esa viene de otra y la anterior de otra y así infinitamente.
Hasta de mis propias preguntas dudo y de mis palabras también, sin embargo, no puedo dudar si no tengo palabras, porque sin palabras no explico mi duda, y si no explico no entiendo la realidad, y si no hay realidad no existo, entonces...
Quizás sea la pregunta, la mejor herramienta para...

sábado, 23 de mayo de 2009

Así es como debe ser.

Me refugio en el humo del último cigarro que pensé tal vez me haría compañía, pero no. Estoy sola y hoy, ni las moscas me acompañan.
El tiempo pasa inexorable, veloz. Huye inquieto.
Quizás ni el tiempo exista en mí. Mis manos buscan algo que ni siquiera sé si existe. Invento un cuerpo, cuerpo que ni siquiera sé si siento, me pregunto qué es sentir, no sé si realmente alguna vez he sentido. Hoy, dudo de todo. Hasta de mí, de todo lo que hasta hoy he creído hacer. Quizás nada he hecho y mi cuerpo está cansado, no sé de qué. El día y la noche se mezclan y no sé si será tarde. Tantas palabras, guerras y bailes. La noche termina nunca, el reloj sigue vomitando minutos perdidos y el mañana no está escrito. No sé qué pasará en un par de horas más. No hay respuestas, las respuestas no importan.
Este es el menú de hoy.

Vacía estoy.

miércoles, 29 de abril de 2009

Martes.

Poesía barata junto a un café a las seis, la mezcla perfecta para caer, para ceder. Para no decir basta.
Y una vez más, la culpa la tiene abril.

martes, 28 de abril de 2009

Descubriendo(te)

Seguiremos el rastro de aquél aroma agrio que guía sentidos nuevos, moviendo labios, vomitando colores; de noche caminarás a mi lado contando estrellas, dibujando planetas, constelaciones y futuros, sólo bastará una palabra para que lo crees todo.
Nuestros ojos buscarán para bucear más alla, de lo que es posible ver.
Quiero que me mires, que me mires como yo no puedo hacerlo.

domingo, 5 de abril de 2009

Morfina.

Un cigarro en la derecha y un café en la izquierda, frío. Miro por la ventana y los arboles se acercan, se alejan. Doy vueltas como un perro enjaulado dentro de la habitación, voy al living, a la cocina, salgo al patio, entro otra vez. Prendo otro cigarro. Las paredes se doblan, se hunden los cuadros. Nada parece ser real. Me tumbo en la cama, miro el techo, veo tu cara, estás en todas partes. El teléfono suena, es tu voz en el aire; no contesto. Es tu aroma ácido en mis manos, tu piel en mi piel. Desgarrándose. Eres todo lo que necesito y no estás, tal vez nunca estuviste. Suena el teléfono otra vez, sigue sonando, no contesto.
Fuimos la mejor película. Fuimos Mágicos, transparentes, cínicos, pornográficos, crudos, en carne viva. Nunca o casi nunca hicimos el amor con música de fondo, chillando, resquebrajando vidrios, saboteando jugos, agitando poros. Son imágenes, sin subtítulos, sin audio. Tienes el premio al mejor actor, tenlo por seguro. Jamás entregué tanto y recibí tan poco. Duele tu indiferencia, tu silencio, tu manera de mentir.
Hoy en la ducha imaginé que vendrías, como siempre a robarme el alma, el cementerio, la pala, la tierra y la fe. Já, qué fe. Nunca tuve fe, nunca creí ciegamente en algo, ni siquiera en ti, menos en mí. Creo que todo aquello terminó por pasarme la cuenta, siempre dudé. Fue todo un show. Pero no hay que preocuparse, tarde o temprano, estamos todos destinados a querer morirnos, por cualquier tontera. Cuando hay una mancha en el piso no se recurre solamente al cloro para limpiar la sangre. Se debe recurrir al intelecto, a la paciencia, al tiempo, a la geometría, a la filosofía, a la tranquilidad y a la FE, en vez de simple cloro, simple agua y un simple paño para limpiar.
Con el correr de los días, cualquier estupidez nos toma por sorpresa y quiere azotarnos para poder perder el Norte. Creo que este domingo pudo haber sido mi día, pero no, no vale la pena. Tú nunca estuviste. Te esperé tanto tiempo, toda la vida quizás lo haría. Aún te siento y dueles. Parece que aún estuvieras aquí, mirandome como ayer. Como en esas tardes de otoño, de alamedas mojadas, llenas de hojarascas, llena de ti. Y nosotros como dos locos ríendonos del mundo y de nuestro amor prófugo. Santiago me persigue. Mis manos siguen frías, mi piel te clama a gritos. Santiago sigues ahí. Estaciones de metro, paraderos de micro, plazas empapadas, pasajes oscuros, semáforos en rojo, camas ajenas, calles vacías, madrugadas completas. Nadie más que tú. Tú y tu maldita forma de ver la vida, como un juego. Ganaste, y el que gana siempre hace trampa. Y yo caí en la tuya. Cuántas veces intenté cambiarte, pero la gente no cambia, tú no cambiaste, ni siquiera por ti. Y yo, como tonta sigo pensandote; quizás ni me recuerdes o tal vez nunca me pensaste. Pero te pienso y te siento. Pienso en las mañanas dentro de ese vagón, cuando las despedidas duraban una eternidad y yo volvía a ti, como una polilla hacia la luz, sedienta de calor. Pienso en las tardes donde el tiempo era nuestro mejor enemigo y, sin embargo, esos veinte minutos eran eternos como aquel abrazo que nos hacía uno. No dejo de pensarte, la culpa la tiene abril.

martes, 10 de marzo de 2009

Mañana.

Entonces huí, hecha vísceras, con la mente confundida y el corazón abierto. No hubo noche en que no tuviera pesadillas espantosas, porque todo lo que había dejado atrás se había transformado en un monstruo, que escupía fuego y veneno con una precisión envidiable hacia mi patético y vulnerable cuerpo diminuto. Porque me volví pequeña, sin armas, sin razones, con todos los sueños quebrados y esparcidos detrás de mí. Estuve tratando de permanecer inmune a mi subconsciente que no dejaba de recordarme que aunque estuviera a kilómetros, el infierno me esperaba indefectiblemente al regreso. Ese antiguo dolor esperaba para seguir mordisqueando lo poco que había quedado de mí y luego escupirlo y dejarlo podrir. Tengo miedo de volver, pensé. Decía. El dolor se expandía como una galaxia y me atrapaba con una fuerza universal.
Tarde o temprano todo se paga en la vida, no es necesario morir para ir al infierno.
Definitivamente el infierno y sus demonios me mordían a cada segundo, me los tragué en cada bocado que intenté comer, los llevaba en mi estómago, los dejé vivir ahí esperando a que llegara el perdón.
Yo y mis dolores tontos, auto inflingidos. No entiendo como llegué a ese punto, a sentirme líquida por dentro, a tener la sensación de embrión que es lentamente abortado de un vientre que no lo desea, y que luego de dejarlo caer en mil pedazos, sale a la calle como si nada, pensando en lo bien que continuará su vida sin esa carga que ya no existe, que nunca importó. Que luego vestirá un traje azul y bailará toda la noche en una fiesta infinita, mientras los pequeños bracitos se pudren en una bolsa de basura, única testigo de esa vida que nunca fue. Ayer vi la realidad con ojos llenos de sangre. No vi claro, no tuve valor, me estaba llenando de rabia para poder sobrevivir, porque si no lo hubiera hecho, estaría deshecha como una hoja en invierno. La rabia me mantuvo alerta, repuso las heridas, me sanó el corazón que en algun momento se detuvo porque quedó sin sangre. Pronto, cuando el odio se seque, me levantaré, me sacudiré el barro, y celebraré una vez más a la vida y sus notas musicales. Pensaré en dejar de fallar, volver a resolver, tomaré mi vida y dejaré atrás todo ese tiempo de error. Y todo será como siempre debió haber sido.
Pronto.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Brisa.

Hoy hablé con un anciano en el paradero, para variar andaba perdida, entonces, le pregunté dónde quedaba la casa del poeta. Quizás él sepa donde dejé tirados mis versos; no los encuentro, por aquí sólo hay cabezas de pescado, travestis, putas de puerto y un par de mendigos.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Para usted.

Lo mejor de estar despierta por más de 40 horas es poder sentir la palpitación insistente del mundo, a pesar de los ronquidos y gemidos de perfectos extraños. Sentir el universo entrar por los poros, después de ver dibujada una línea blanca en el cielo, no en tus narices.
Una vez que pasa todo aquello y el sol vuelve a abofetearme, creo que puedo posar tranquila la cabeza en la almohada y pensar: ‘No soy la única que piensa estupideces a las ocho de la mañana. Ni seré la última’. No siempre hay que arrepentirse de las cosas que socialmente nos dicen que están mal. La maldad está en la esquina e incluso en nuestra propia casa y es aceptada diariamente. Descendemos de los animales por algo; todos queremos saltar por árboles, tener sexo con cualquier presa que se nos cruce y hasta matar para sobrevivir. ¿Qué diferencia hay entre hacerlo desnudo y gritando que estar de terno y corbata, de jeans y zapatillas usando cuchillo y tenedor? Es cierto, somos animales; pero esta situación me está incomodando, a veces los placeres mundanos nos vacían el alma en vez de llenarla. Lo más miserables que podemos llegar a ser como personas en este mundo, es tener que echar por tierra todo lo que hemos construido por demasiado tiempo, y eso está mal, date cuenta. Es absurdo todo esto, no tiene sentido; tocar, al menos para mí no es lo mismo que sentir. Va más allá. Nada hace más feliz a las personas que poder abrazar a aquellos que nos dicen todos los días un ‘te quiero’. Y ojalá sin permiso. Porque es cierto, nada se compara con sentir. Y en esto jamás hubo algo de aquello.
En la cancha se ven los gallos, dicen.

Mentira.

De verdad quisiera morirme, de un viaje, no me interesa ese discurso de ‘la vida es buena; sobrepásalo’. No. La vida es pésima. Puede ser de locos. Y no quiero vivir rodeada de locos. Ya estoy harta. En serio. De verdad HARTA. Y me haría bien ausentarme de una vez, cortar tanto este desorden, esta incoherencia, esta estupidez de dormir, caminar, comer lo mismo, levantarse de la cama y hacer las mismas estupideces de siempre, sonreírle siempre a la misma gente, no matar a esa persona a quien se lo merecía, siempre todo lo mismo, todo el mundo en ciclos. Asco. Pero debo seguir narrando, sería algo tremendamente egoísta dejar a quien esté leyendo colgando de un hilo, no, si esto no termina acá. Sigue mucho, muchísimo más. Es una broma realmente macabra. Había dicho hace unas líneas que ‘la vida es pésima’. Jamás vuelvas a leer eso. La vida es espectacular. Espectacularmente pésima y bella al mismo tiempo. Y no tengo más adjetivos por ahora. Sigamos con esto, sin cuestionamientos, sólo vivamos.
A veces, es mejor optar por lo más sencillo que hacerse caldo de cabeza por nada.