domingo, 6 de septiembre de 2009

A un amante (ficticio).

Hoy cuando te vi me quedé helada y un escalofrío subió por mi espalda. Me comí las uñas y me tembló el cuerpo, no podía creer que otra vez te tuviera frente a mí. Fue demasiado tiempo sin verte. Por eso, por el tiempo, hoy te amé hasta (no) decir basta. Recorrí tu cuerpo desde tus pies hasta tu frente, bajé por tu espalda y luego tomé un desvío hasta tu pecho. Ahí me quedé durante horas, te miré y no me cansé de mirarte; nos reímos juntos mientras el café se enfriaba recordando viejos tiempos, caminatas eternas, besos furtivos, miradas cómplices.
Nos besamos en Ahumada y durante la tarde hicimos el amor mirando el Santa Lucía por la ventana. Te desnudé suavemente, dejé tu ropa caer en la alfombra y comencé a besarte, a rozar tus labios suavemente y también lento. Fui bajando silente hasta llegar a tu pecho, con mi nariz fría viajé hasta el último rincón... tu aroma agrio y tibio me guío... y seguí bajando pero esta vez no dije basta. Llegué hasta donde nuestras almas confluyen. Ahí donde nuestros cuerpos desembocan, donde existe algo más que el nosotros. "Hemos ido tan lejos" te dije, pero no respondiste. Te miro mientras duermes, acaricio tu piel gris, cansada y ajada. El tiempo ha hecho lo suyo, pero no importa, con tu montón de noviembres y septiembres yo te amo. Tu respiración sabe a otoño y huele a abril. Te miro y tus labios entreabiertos me invitan a ser parte de ti, me invitan a fundirme con tu aliento, aliento de vida (y de muerte). Mirandote sigo, tomo tus manos y las beso como si fuera la última vez. Sé que será la última y tu también lo sabes, pero no te importa (en realidad, nada te importa). No quiero pensar en eso, no quiero pensar en que te perderé. Ahora dejo de mirarte, cierro mis ojos y me acerco a ti, me acerco porque quiero sentirte más, quiero imaginarte mío y sentirme tuya. Siempre he sido tuya y me gusta sentirme tuya, sabes que te pertenezco y de eso te aprovechas, sabes que no puedo evitarte. Me rehúso a dejarte, sin embargo, me entrego a la distancia. Te dije una vez jamás te olvidaría y juré no volver a pensarte, pero me es imposible. Tu recuerdo llega a mí todas las tardes y todas las noches y las madrugadas se tornan eternas, tu recuerdo sube por mi espalda, se cuelga de mi cuello y me pesa, me pesa cada vez más. ¿Qué más quieres? Hoy te di todo y te pedí todo también, me entregué completa, caí rendida. Estuviste al lado izquierdo de la cama, a centímetros del borde y yo a punto de caer, cada vez más lejos de ti. Me levanté, tomé mi ropa y me vestí, besé tu frente y me fui. Llegué corriendo hasta el metro, bajé las escaleras y fui hasta Baquedano. Ahí me quedé sola, pensándote. Prendí un cigarro y tu imagen se tiñó de azul, se diluyó.
Pasaron los días y me fui lejos, con el peso de tu recuerdo aún colgando de mi cuello. Otro cuerpo intentó reemplazarte pero nadie me hace sentir como tú. Creo que jamás te olvidaré y aunque te rías, es verdad. Porque te amo y lo sabes, porque te recuerdo y tu no a mí. Sólo fui una más, ¡una de tus putas! quizás no fue coincidencia que nos conociéramos en una esquina. Por ti han pasado muchas, demasiadas, quizás todas, sin excepción.
El otro con el que me acuesto es tu vecino, le hablé de mi locura por ti y siempre ríe, tampoco le importo, también soy una más.
¿Sabes? su cuerpo es más húmedo y su aroma es más bien dulce, su piel es fresca y huele a brisa, sus manos están suaves, debe ser el efecto del viento en la playa de su centro. A veces me hace llegar a puerto bueno, tu sabes... ¡Pero no! te quiero a ti, tus manos secas y tu piel gris ¡maldito seas!, ¿por qué no puedo?
Te escribo porque no puedo olvidarte, ¡sólo por eso! El recuerdo de tu aroma en mis manos no se ha ido, aún permanece. Permanece igual que tu piel en mí, tus colores, tus sabores, tu todo. Esta no será la última vez que te escriba, ten la certeza. Volveré en septiembre, cuando todo en ti sea primavera y tus calles se inunden de sol. Me sumergiré en tu centro y nadaré hasta lo más hondo, para encontrarnos otra vez.

Tu vecino Valparaíso te envía saludos, con él sólo he tenido sexo, nada de amor. Sólo Placeres en un Cerro Alegre. Así que no te pongas celoso, aunque dudo que te importe. Me vine en el bus viendo nuestras fotos, me quedé un par de minutos detenida en las que nos tomamos en Concha y Toro... ¡qué tiempos aquellos!... Te enviaré una copia de las fotos en la Plaza de Armas, unas dos que nos tomamos en el Forestal, las del domingo en Lastarria y las de los helados en el Emporio. Sólo para que intentes recordarme (entre tantas caras digo).
Un beso por debajo de tu piel, directo a tu estación de metro favorita. Al ladito de tu corazón y a dos estaciones de tus ojos.

Tuya siempre, Paula.

¡Santiago, Nadie te amará como yo!

2 comentarios:

Johnny dijo...

Me encantó! Fantástico como escribes, es interesante! =) Besitos y te felicito, me encantó de verdad!!!

carlangas dijo...

Paula: holas y muchas felicidades y envidias, pues justo has aprendido el hacer pis sin ruidos y escribes como los angeles.

Espero aceptes mis entradas en tú blog, recien empecé a leerte y es todo de mí interés. Gracías. Un Ks.