domingo, 12 de diciembre de 2010

Premonición.

Durante el último tiempo mis acciones han fluctuado entre resistencias y entregas, entregas y renuncias, renuncias y resistencias. Al final, el cuento es (y ha sido) pura tensión. Pero bueno, con una política tan rasca como esta no se puede pedir más; es como la teoría del pinchazo: causa-efecto y ya está.
Ahora la caída es representada por mi incapacidad para entender cómo diablos llego a marcar ese número en mi teléfono, cómo dediqué esa canción tan de novela llorona y cómo pude decir aquella estupidez -del porte de un buque- la noche anterior. Me digo a mi misma que no debería, que no, que no y que no; que Paula detente, que para, que hasta cuándo.
Pero no hay caso, aunque las estadísticas me indiquen que el resultado de la acción que llevaré a cabo será (en el futuro próximo) un desastre, de igual manera la pongo en marcha. Y el paisaje se tiñe color hormiga. Algo aquí no anda bien, Doña Obstinación. El problema es que me pongo a pensar, en las posibles (e imposibles) consecuencias, después de haber dejado la cagá'.


viernes, 26 de noviembre de 2010

Mujer, pronto todos los días serán Viernes.

Nuestros tiempos coincidieron, por accidente; como coincide el tiempo de los picantes sublevados que bailan el tango de los amantes.
Envueltas íbamos en la salsa blanca de nuestros días, chapoteando en la crema caliente de nuestros corazones pegajosos. Así, un poco revueltas, caminando juntas por la Alameda oscura pero rebosante de tanto sol, llegamos a coincidir en aquél abrazo eterno... Cómo olvidarlo.
Cómo olvidar tus manos blancas y el cigarro famélico entre tus dedos, tu rasgado pantalón negro, tus zapatillas rojas con su poderoso perfume; no olvido, la cerveza oculta, la caída del puente, el tinto en los labios y la herida en la piel; no olvido la noche estrellada, las mil cartas ni la canción de Nirvana. Cómo olvidar ese anaranjado atardecer en el puente de Santa Ana. No podría ser de otra forma... Cómo olvidarlo.
Linda, hagamos silencio, que no hay que despertar a los cuervos ni a las brujas otoñales, a los monstruos de ladrido de manjar enfrascados en destruirnos o destruirse, en querernos o dejarnos querer. Qué importan, ellos no importan. Pequeña gran mujer; hoy, estamos. Aunque el hígado se nos desgarre y los dedos nos palpiten, aunque las piernas nos tiemblen y los dientes crujan y se tricen. Aquí estamos, la distancia no existe, desaparece cuando te pienso.
Desordenadas, siempre despeinadas, tal vez desaliñadas. Rompiendo (nuestros) corazones, ventanas y paciencias. No te preocupes, esta vez, no es para hablar de mi última metidas de patas, ni del último sábado, no volveré a preguntarte si escuchaste la última mierda sobre educación o si barajaste la última discusión con tu almohada, si sentiste el último temblor o si te comiste aquella codiciada sopaipilla sabor Alameda; tampoco preguntaré si te embobaste de nuevo con esa tonta del barrio de antaño. Es sólo para recordarte que aquí y allá estoy, que no importa la noche anterior, el mes, o el año de porquería, porque pronto nos pondremos al día con coloridas cervecitas o tacitas de café, al lado de tus cigarros y de nuestros comentarios que (nos) asustan. A mordiscos le sacaremos la boca a las estrellas, hambrientas, ¡sí, hambrientas! con la boca celeste de tanto tinto.
Quizás debimos ser monjas para tener más complicidad (¡quién sabe!), quizás partimos como bacteria y polvo (o tal vez, "¿producto de una reacción química?"... es una broma), quién sabe si fuimos o no, quién sabe si hemos sido esto o lo otro, o gusano y manzana, hermanas o amigas, o tumba y cementerio. Mientras escribo, tú quizás estés soñando; mientras yo esté durmiendo, tú quizás estés imaginando; siempre extremas, siempre diversas, a veces eternas. Nadie sabe en realidad lo que hemos sido por tanto tiempo, ni tampoco nadie ha sabido lo que nos hemos dicho en tanto ciclo; jamás sabrán. Mas no importa, sólo importa saber que estamos. Y no hay expectativas, ni preguntas, no importa realmente si eres tú o yo, en colores reventados o grises acaramelados, no importa dónde estemos, si nos desternillamos de la risa o si nos sangran de nuevo esas viejas heridas; no importa... No importa el tiempo, menos la distancia... ¡Aquí estamos! Y no importa nada más...
Gracias, por cambiar de pronto mi vida.

Feliz Cumpleaños Milla.
Un abrazo eterno, a través del inquieto azul.

Tan fome.

Reflexionando, pensándolo bien, con la perspectiva del tiempo y de tantas cosas, hoy me doy cuenta que aquello que hace un tiempo parecía un error no es más que el curso natural de las cosas. Como me dijo un buen amigo, los mentirosos, esos que mienten deliberadamente y que niegan su realidad para sentirse bien consigo mismos, sólo son malas personas y nada más, de quienes hay que salir huyendo, arrancar, lo más lejos posible.

Siempre me quejo de mi mala pata, ¿será una cuestión cósmica? o peor aún, quizás sea un déficit de la actitud que (muchas veces) me hace estar en el lugar equivocado, llegar demasiado temprano o muy tarde; o que, simplemente, me lleva a pensar que no debí haber llegado. La verdad es que desde hace tiempo que pensé en empezar a creer que tengo "un poco" de suerte (que es mejor que pensar que no tengo ninguna) y que es cosa de algunos ajustes y ya está. Desde esa perspectiva podría narrar los sucesos acontecidos durante el último mes. Ahora no, porque encuentro todo fome: las micros, los perros, la hamburguesa, la gente; lo que podría resultar fatal.

Esto está tan fome.. ¡Pero tengo una historia!... que escribiré mañana.


Mejor, pasado mañana.

lunes, 8 de noviembre de 2010

(No) Debería.

Después de la saciedad, se ancla el vacío,
luego del atracón, las quejas,
después de la risa, el espanto,
después del exceso, el nunca más.
Aquí vamos de nuevo, nadie sabe dónde.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Vida.

El día está soleado, hermoso
primaverado todo
las nubes blancas
casi celestes
hacen la distancia nada.

Me lleno vos.

domingo, 22 de agosto de 2010

Sobredosis de imbéciles.

Mi Mami me enseñó que hay varios tipos de decisiones que uno toma en la vida y que cuando uno toma una muy pésima decisión esa le penará durante mucho tiempo y se convertirá en una sombra desagradable que nunca dejará de molestar. Pero, lamentablemente, a veces he sido tan "inocente" que me he dejado llevar por gente muy mala clase y he confiado hasta el infinito en los peores farsantes de la tierra; por ello, haber llegado al convencimiento de que mi decisión de haber creído había sido tan pero tan mala es algo que me duele cada vez que lo recuerdo. Por eso mismo, intento eliminar a ese tipo de personas de mi vida, trato de borrarlas y me gustaría incluso que la gente nisiquiera las mencionara porque me dan asco, no las tolero y espero que nunca más tuviera que encontrármelas en la vida. Pero como tengo mala suerte y, además, se me ha ocurrido vincularme con gente perversa y baja, tengo que pagar las consecuencias.

Puras quejas.

¿Alguien realmente le dará uso a la libertad concedida para expresar ideas? ¿O, en efecto, no tenemos tantas ideas? Creo que el límite mental en algunos es infinitamente mayor que la cavidad que contiene al cerebro, unos pululan como ovejitas contentándose de pan y circo y otros embobados se reunen estáticos frente a la pantalla viendo la teleserie de turno, sin saber qué ocurre ni por qué. Si hay algo que realmente me molesta es la complacencia en extremo, esa complacencia que transforma a las personas en deshonestas y cobardes. También me carga la cobardía, sin embargo, detesto pensar que la he practicado disfrazándola de flojera, para que no se note tanto. Eso. A veces, no quiero hacer nada... Por mí, que existiera un método de suspensión y que me despertaran cuando existiera un tratamiento para solucionar mi mal. -Y, ¿cuál es ese mal?- La decepción. -¿Y las expectativas?-. No tengo, me han dolido mucho.
Esto quizás sea lo que le pasa a la gente cuando las cosas (algunas) dejan de importarle, cuando se endurece "el espíritu" y se apartan las intenciones y las sonrisas. Debería dejar de pensar tanto, me gustaría desactivar el mecanismo de la reflexión; me parece que no es muy necesario para vivir y "triunfar". Y lo digo porque, en este país, cualquiera con menos kilómetros de razonamiento que un camello puede escribir y publicar un libro, ser best seller, llegar a los top en ventas, obtener titulares, conferencias de prensa y; sin embargo, el poeta que escribe con sangre propia algunas hojas sueltas, es noticia y figura sólo cuando se suicida, y sus amigos se lamentan por esa pobre vida infame.
Así es, puedo decir que hasta me aburrí de mí y de mi decepción. Siento que no tengo nada que decir, ninguna novedad que aportar.
Chao.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Vacuidad compartida.

Yo me iré
quizás vuelva a verte, tal vez no
pero el tiempo ya se habrá desangrado
y los peces te preguntarán
con qué fin, para qué festejar
si no queda mar para beber

ni arena para amar

Cuándo lograrás entender
que lo divino no existe

ni siquiera nosotros
a veces estamos, ¡pero no!
tranquilos reíamos
mas hoy, hemos muerto
uno en las manos del otro

Ni la luz trémula de tus rutilantes pupilas
ni el fulgor de tus étereas palabras
podrá calmar esta noche glacial
regálame tus otoños, ¡adormece mis versos!
y tal vez pronto regresemos
al rincón en donde crecen las estrellas

Quizás el mundo se nos abra
cuando la luna silente apague
sin darnos aviso
aquél centro errante y vacío
cual corazón sin primaveras
de un árbol sin latidos

Tal vez los muertos floten
masticando gusanos celestes
con las arterias adheridas al espanto
incierto e inevitable de esta vida
fugaz pero de pronto eterna

Quizás nos encontremos
en la esquina de un círculo
en la curva de una recta
tal vez en el ritmo perdido
de esta eterna paradoja

Mas tus pupilas han muerto
en la luna habitan los gusanos
celestes de espanto
vomitan las arterias del mundo

Cansada de esperar
noventa domingos frente al mar
ingiero la distancia, ¡me trago las ausencias!

Hoy, te recibo sombra mía
te escondí durante tanto tiempo
mas siempre cuidaste de mis pasos


Me he acostumbrado tanto
a escapar ti, Paula, a no escucharte

Hoy te recibo, mas parece una locura
¡que seamos una, siendo tan diferentes!

viernes, 30 de julio de 2010

Algo parece que falta.

Tanta sensibilidad me aterroriza y hace que me duelan hasta las uñas de los pies. Más encima la maldita aparece cuando se le da la gana, ni siquiera avisa. Por último golpeara la puerta, pero no, la muy patuda llega y entra como Pedro por su casa invadiendo hasta el más recóndito rincón de este cuerpo mutilado.

viernes, 16 de julio de 2010

La soledad tiene color amargo.

Al final, todo queda ahí: en nada. A medio hacer o sin hacer.
Hoy sentí el frío y sentí reventarse mi alma por los pies, caminé por calles vacías anaranjadas de soledad, me senté en cada plaza y con todas mis arterias envidié a los amantes. Siempre sola, pensando en cómo sería si... Y claro, como siempre, no llego a conclusiones.
Me pregunto si alguna vez volveré a sentir.
Luego, intento responderme... y el diálogo conmigo misma cada vez se dificulta más.
Ni siquiera me escucho.

jueves, 15 de julio de 2010

Frágil eternidad.

Todo aquello que creí eterno
se tornó frágil, enfermo
quebradizo como las hojas de este invierno
resbaladizo cual incomodo silencio.

Aquél verde roble fuerte
con raices de piedra y tronco de miel
hoy entra en madera, vuelve a creer
luego la tierra, antes del ser.

viernes, 18 de junio de 2010

Mute.

La conversación se torna una danza
las palabras rosan el cuerpo
al compás del pestañeo
el alma se estremece
al ritmo de las palabras
compartimos escenario danzando
aquí tú, allá yo
sintiendo
sin tiempo
lejos, talvez cerca
en este rincón, pequeño reducto
de un espacio infinito.

Bailamos en la distancia
y en la cercanía
este baile sin ritmo
un poco perdidos
medios en silencio
tal vez heridos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Nublado.

Resulta que... me subo al bus muy de verano y hora después despierto y me bajo en el terminal encontrándome con un cielo despiadadamente gris. Casi muero de frío. La gente anda muy depre y me contagia, todos caminan grises, vacíos, un poco aquí, un poco allá, un poco con el alma no sé dónde. Quisiera ser un poquito más 'fortachona' y dármelas de que nada me importa, pero no puedo, hoy día tengo pena y no hay nadie, ni siquiera yo estoy para escucharme. Detesto esta sensibilidad crónica que me inunda hasta las entrañas, que me duele hasta en los huesos. Siento pena hasta porque se me pasó la micro, porque se me acabaron los cigarros, porque no sonó el teléfono, porque no estás, porque no llegaron cartas; demasiada sensibilidad.
Me robaron el otoño.

lunes, 26 de abril de 2010

El tiempo en la piel.

Estábamos en la cocina, era la noche de un sábado, el viento se colaba por la ventana y ella me hacía notar que en sus cansados huesos el frío otoñal hacía lo suyo. Me habló durante horas, de penas, de amores y de dolores. Yo sostenía un famélico cigarro entre los dedos y ella una copa de tinto que de vez en cuando se llevaba a sus violáceos labios. Hacía frío pero no importaba pues momentos como aquel ocurren pocas veces y, es mejor decir pocas que decir nunca, así que me quedé atenta escuchándola. La piel ajada de sus manos ásperas acariciaba mi mejilla mientras una lágrima se deslizaba entre las bolsas de sus ojos hasta aterrizar en las líneas de su boca. Me dijo 'vuelve', me dijo 'te necesito', me dijo tantas cosas y yo no supe qué decir. Si supieras mujer, cómo me hace falta la caricia de tus manos curtidas por el cloro y amarillentas de tabaco, maltratadas por la artritis y por los años; sin embargo, tibias y bondadosas, desinteresadas y humildes, cómo te necesito, mujer, en esta noche azulosa de frío y gris de soledad. Cómo quisiera estar a tu lado, riéndonos de tus locuras y llorando nuestras penas. Cómo te amo, mujer.

martes, 20 de abril de 2010

Desastres.

Somos expertos
en silenciar el corazón
cuando sólo deberíamos
callar la boca
y prevenir los terremotos
y tsunamis ocasionados por abrirla.

viernes, 19 de marzo de 2010

Y yo no tengo más que decir.

Así es el amanecer del etílico Santiago, los borrachos se retuercen llorando en sus grises calles y las prostitutas lamentan al cliente perdido.

jueves, 18 de febrero de 2010

De la ausencia.

Extraño esa manera tuya de hacerme sentir la piel impenetrable,
esa forma de hacerme creer infinita e imaginarme inquebrantable,
ese modo tuyo de iluminar lo grisáceo con tu voz multicolor,
esa forma de pintar el cielo violáceo sin pincel ni sol,
extraño esa forma tuya de abrazarme y triturarme el esternón.

Extraño esas madrugadas azules de tortuoso hablar piscolero,
esa forma de hacerme sentir en una mano las estrellas y en la otra el cenicero,
ese modo tuyo de masticar el cielo y escupir planetas en mi cuerpo,
esa forma de volar fugaz y seducir al tiempo,
extraño esa forma tuya de hacerme vibrar hasta los huesos.

NECESITO sentir.

sábado, 13 de febrero de 2010

Córtenla.

Las mujeres no deben tomar tanto. Las mujeres manejan mal. Las mujeres no pueden salir solas. Las mujeres se ven feas fumando. Las mujeres no se masturban. Las mujeres y el vestidito. Las mujeres y el rosadito. Las mujeres dóciles, mujeres suaves, femeninas, mujeres mujeres mujeres.
Con mucho respeto, a las embarazadas del machismo eterno y a los acumulados con litros de semen patriarcal: váyanse un ratito largo a la cresta.

sábado, 2 de enero de 2010

Anti-tiempo.

¿Qué onda? Es como si el tiempo lo estuviese controlando un ser supremo, un alienígena, un Dios mapudungún, egipcio, africano, Buda, Alá, un perro, un marciano, un robot o un no sé qué. En fin, lo que sea y como sea, siento que diez años se redujeron a un día. Que ayer hubiera sido hace un segundo. Que la vida es más corta que una pestaña. Que alguien está controlando relojes, modificando calendarios. Definitivamente, esto no me gusta. El tiempo últimamente está pasando más rápido, cada año tiene menos días, cada día menos minutos y cada minuto menos segundos.
¿Existe algo así como fobia al tiempo?
Creo acabo de descubrir que sí.