miércoles, 11 de agosto de 2010

Vacuidad compartida.

Yo me iré
quizás vuelva a verte, tal vez no
pero el tiempo ya se habrá desangrado
y los peces te preguntarán
con qué fin, para qué festejar
si no queda mar para beber

ni arena para amar

Cuándo lograrás entender
que lo divino no existe

ni siquiera nosotros
a veces estamos, ¡pero no!
tranquilos reíamos
mas hoy, hemos muerto
uno en las manos del otro

Ni la luz trémula de tus rutilantes pupilas
ni el fulgor de tus étereas palabras
podrá calmar esta noche glacial
regálame tus otoños, ¡adormece mis versos!
y tal vez pronto regresemos
al rincón en donde crecen las estrellas

Quizás el mundo se nos abra
cuando la luna silente apague
sin darnos aviso
aquél centro errante y vacío
cual corazón sin primaveras
de un árbol sin latidos

Tal vez los muertos floten
masticando gusanos celestes
con las arterias adheridas al espanto
incierto e inevitable de esta vida
fugaz pero de pronto eterna

Quizás nos encontremos
en la esquina de un círculo
en la curva de una recta
tal vez en el ritmo perdido
de esta eterna paradoja

Mas tus pupilas han muerto
en la luna habitan los gusanos
celestes de espanto
vomitan las arterias del mundo

Cansada de esperar
noventa domingos frente al mar
ingiero la distancia, ¡me trago las ausencias!

Hoy, te recibo sombra mía
te escondí durante tanto tiempo
mas siempre cuidaste de mis pasos


Me he acostumbrado tanto
a escapar ti, Paula, a no escucharte

Hoy te recibo, mas parece una locura
¡que seamos una, siendo tan diferentes!

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