domingo, 22 de agosto de 2010

Sobredosis de imbéciles.

Mi Mami me enseñó que hay varios tipos de decisiones que uno toma en la vida y que cuando uno toma una muy pésima decisión esa le penará durante mucho tiempo y se convertirá en una sombra desagradable que nunca dejará de molestar. Pero, lamentablemente, a veces he sido tan "inocente" que me he dejado llevar por gente muy mala clase y he confiado hasta el infinito en los peores farsantes de la tierra; por ello, haber llegado al convencimiento de que mi decisión de haber creído había sido tan pero tan mala es algo que me duele cada vez que lo recuerdo. Por eso mismo, intento eliminar a ese tipo de personas de mi vida, trato de borrarlas y me gustaría incluso que la gente nisiquiera las mencionara porque me dan asco, no las tolero y espero que nunca más tuviera que encontrármelas en la vida. Pero como tengo mala suerte y, además, se me ha ocurrido vincularme con gente perversa y baja, tengo que pagar las consecuencias.

Puras quejas.

¿Alguien realmente le dará uso a la libertad concedida para expresar ideas? ¿O, en efecto, no tenemos tantas ideas? Creo que el límite mental en algunos es infinitamente mayor que la cavidad que contiene al cerebro, unos pululan como ovejitas contentándose de pan y circo y otros embobados se reunen estáticos frente a la pantalla viendo la teleserie de turno, sin saber qué ocurre ni por qué. Si hay algo que realmente me molesta es la complacencia en extremo, esa complacencia que transforma a las personas en deshonestas y cobardes. También me carga la cobardía, sin embargo, detesto pensar que la he practicado disfrazándola de flojera, para que no se note tanto. Eso. A veces, no quiero hacer nada... Por mí, que existiera un método de suspensión y que me despertaran cuando existiera un tratamiento para solucionar mi mal. -Y, ¿cuál es ese mal?- La decepción. -¿Y las expectativas?-. No tengo, me han dolido mucho.
Esto quizás sea lo que le pasa a la gente cuando las cosas (algunas) dejan de importarle, cuando se endurece "el espíritu" y se apartan las intenciones y las sonrisas. Debería dejar de pensar tanto, me gustaría desactivar el mecanismo de la reflexión; me parece que no es muy necesario para vivir y "triunfar". Y lo digo porque, en este país, cualquiera con menos kilómetros de razonamiento que un camello puede escribir y publicar un libro, ser best seller, llegar a los top en ventas, obtener titulares, conferencias de prensa y; sin embargo, el poeta que escribe con sangre propia algunas hojas sueltas, es noticia y figura sólo cuando se suicida, y sus amigos se lamentan por esa pobre vida infame.
Así es, puedo decir que hasta me aburrí de mí y de mi decepción. Siento que no tengo nada que decir, ninguna novedad que aportar.
Chao.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Vacuidad compartida.

Yo me iré
quizás vuelva a verte, tal vez no
pero el tiempo ya se habrá desangrado
y los peces te preguntarán
con qué fin, para qué festejar
si no queda mar para beber

ni arena para amar

Cuándo lograrás entender
que lo divino no existe

ni siquiera nosotros
a veces estamos, ¡pero no!
tranquilos reíamos
mas hoy, hemos muerto
uno en las manos del otro

Ni la luz trémula de tus rutilantes pupilas
ni el fulgor de tus étereas palabras
podrá calmar esta noche glacial
regálame tus otoños, ¡adormece mis versos!
y tal vez pronto regresemos
al rincón en donde crecen las estrellas

Quizás el mundo se nos abra
cuando la luna silente apague
sin darnos aviso
aquél centro errante y vacío
cual corazón sin primaveras
de un árbol sin latidos

Tal vez los muertos floten
masticando gusanos celestes
con las arterias adheridas al espanto
incierto e inevitable de esta vida
fugaz pero de pronto eterna

Quizás nos encontremos
en la esquina de un círculo
en la curva de una recta
tal vez en el ritmo perdido
de esta eterna paradoja

Mas tus pupilas han muerto
en la luna habitan los gusanos
celestes de espanto
vomitan las arterias del mundo

Cansada de esperar
noventa domingos frente al mar
ingiero la distancia, ¡me trago las ausencias!

Hoy, te recibo sombra mía
te escondí durante tanto tiempo
mas siempre cuidaste de mis pasos


Me he acostumbrado tanto
a escapar ti, Paula, a no escucharte

Hoy te recibo, mas parece una locura
¡que seamos una, siendo tan diferentes!