-Nosotros, ¿ya lo olvidaste?
-No, como olvidarlo. Hay mucho que olvido, pero aquello nunca.
-Fue hace siglos, demasiado tiempo. Corríamos, saltábamos y nos reíamos sin motivo alguno.
-Y hoy lloramos por el mismo.
-No, eso jamás. Yo no lloro, sólo recuerdo y extraño.
-Yo también recuerdo y extraño pero, quisiera volver, sólo un par de años atrás. A ese lugar, tú sabes, no quiero nombrarlo.
-Sí. Lo sé, soñamos lo mismo.
-¿Cómo lo sabes?
-Fácil. Oigo gritos y voces multicolores, veo sonrisas y luces eternas.
-Yo no. Yo veo escaleras, pasillos, múltiples ventanas y salas; salas, salas, salas vacías.
-¿Entonces?
-Lo sé. Creeme, te hablo del mismo lugar.
-Perfecto, ahora entiendo. Quiero volver.
-Sí, sí sé. Pero, ya es... muy tarde.
-¿Tarde? Nunca es tarde, aún tenemos tiempo. Sólo cierra los ojos.
-Los tengo cerrados. No veo, no te entiendo. ¿Qué quieres que vea?
-No quiero que veas, sólo siente. Regresemos al mismo lugar, al mismo tiempo, la misma sonrisa, mirada. No hay razones, sólo siente.
...
Espero la memoria jamás falle. Esta noche la nostalgia me invade, sé que es una etapa más, una prueba (tal vez), pero nadie dijo que sería fácil; quizás esté exagerando. Pero es cierto, son momentos que espero jamás olvidar, después de todo, fueron años (¿Quizá, una vida?). No sé, ahora no importa; sólo sé que no quiero que llegue el día. No quiero decir adiós y un típico y común "hasta siempre", sé que no será así; con el tiempo las relaciones se pierden, el contacto se desvanece, las personas desaparecen y todo queda en nada.
¿Se puede borrar lo escrito en piedra? Para así vivir la vida siempre, con una sonrisa a flor de labios, como soñadores y luchadores que juramos ser alguna vez. Qué pasará con esos sueños y aquella lucha ¿Se concretarán, algún día, nuestros proyectos? ¿Cómo saberlo?
Este es el comienzo del fin.
Hoy cierro los ojos, después de haber soñado despierta; se apaga mi voz, después de haber gritado y cierro mi puño triturando jirones de tiempo.
Hoy después de haber contado días, minutos y segundos, después de contar amores, amistades, rencores y dolores.
Hoy dejó de latir la palabra en mí lapiz, se desgarró la hoja, sangró la tinta y terminó la historia.
Bienvenida (una vez más) realidad.
Uno, dos, tres.
Aquí vamos de nuevo: luz, cámara y acción.