domingo, 25 de noviembre de 2007

El show debe continuar.

-¿Quién dijo que llegaría el día?
-Nosotros, ¿ya lo olvidaste?
-No, como olvidarlo. Hay mucho que olvido, pero aquello nunca.
-Fue hace siglos, demasiado tiempo. Corríamos, saltábamos y nos reíamos sin motivo alguno.
-Y hoy lloramos por el mismo.
-No, eso jamás. Yo no lloro, sólo recuerdo y extraño.
-Yo también recuerdo y extraño pero, quisiera volver, sólo un par de años atrás. A ese lugar, tú sabes, no quiero nombrarlo.
-Sí. Lo sé, soñamos lo mismo.
-¿Cómo lo sabes?
-Fácil. Oigo gritos y voces multicolores, veo sonrisas y luces eternas.
-Yo no. Yo veo escaleras, pasillos, múltiples ventanas y salas; salas, salas, salas vacías.
-¿Entonces?
-Lo sé. Creeme, te hablo del mismo lugar.
-Perfecto, ahora entiendo. Quiero volver.
-Sí, sí sé. Pero, ya es... muy tarde.
-¿Tarde? Nunca es tarde, aún tenemos tiempo. Sólo cierra los ojos.
-Los tengo cerrados. No veo, no te entiendo. ¿Qué quieres que vea?
-No quiero que veas, sólo siente. Regresemos al mismo lugar, al mismo tiempo, la misma sonrisa, mirada. No hay razones, sólo siente.
...
Espero la memoria jamás falle. Esta noche la nostalgia me invade, sé que es una etapa más, una prueba (tal vez), pero nadie dijo que sería fácil; quizás esté exagerando. Pero es cierto, son momentos que espero jamás olvidar, después de todo, fueron años (¿Quizá, una vida?). No sé, ahora no importa; sólo sé que no quiero que llegue el día. No quiero decir adiós y un típico y común "hasta siempre", sé que no será así; con el tiempo las relaciones se pierden, el contacto se desvanece, las personas desaparecen y todo queda en nada.
¿Se puede borrar lo escrito en piedra? Para así vivir la vida siempre, con una sonrisa a flor de labios, como soñadores y luchadores que juramos ser alguna vez. Qué pasará con esos sueños y aquella lucha ¿Se concretarán, algún día, nuestros proyectos? ¿Cómo saberlo?
Este es el comienzo del fin.
Hoy cierro los ojos, después de haber soñado despierta; se apaga mi voz, después de haber gritado y cierro mi puño triturando jirones de tiempo.
Hoy después de haber contado días, minutos y segundos, después de contar amores, amistades, rencores y dolores.
Hoy dejó de latir la palabra en mí lapiz, se desgarró la hoja, sangró la tinta y terminó la historia.
Bienvenida (una vez más) realidad.
Uno, dos, tres.
Aquí vamos de nuevo: luz, cámara y acción.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

No se cómo ni por qué, el recuerdo de aquella tarde regresa hoy, después de tanto tiempo.
Fue en noviembre, hace un par de años; no recuerdo el día exacto. La primavera cantaba y los arboles bailaban su canción, tan felices como nosotros, el día gritaba colores azules y el sol radiante iluminaba la ciudad, el viento nos acariciaba y nosotros acariciábamos el tiempo.
Eramos dueños de hacer y deshacer, de amar y dejar de ser piel; dueños del tiempo, de nuestros cuerpos y nuestras almas. Eramos dueños del tiempo, y apesar de eso, tenía miedo porque sabía que se acabaría; y demasiado pronto. Conocía tan bien esas cuatro paredes, tenía arraigado en la piel el olor de aquel lugar, el sabor de las sábanas, el color de la alfombra, la voz de la ventana.
Fueron horas que el reloj convirtió en minutos.
Tenía tanto miedo, pero estaba segura, yo sabía qué sucedería.
Y pasó, no me di cuenta cómo, pero pasó. Estabamos tan cerca que la distancia no existia, nos miramos fijamente, furiosamente, con tanta hambre que mi ojo se alimentó del suyo un par de segundos. Su boca roja clamaba a gritos mi nombre, yo no supe qué decir, no sabía que hacer. Yo sólo sentía (o sentíamos). Más tarde vinieron las palabras, que una vez más (como siempre) se las llevó el viento (y el tiempo), y como siempre (una vez más) me inundó el silencio, al igual que hoy.
Y no sé por qué razón hoy escribo esto, ni siquiera fue así, no existió ese mes, ese día, esas sábanas, esa alfombra y esa ventana no existen; otra creación de mi imagina-ción. Esas cosas aún no suceden. No suelen suceder en mi morada.

Pasemos a otro tema, no quiero hablar de eso.

La casa está vacía, tan fría, tan sola. Y yo más loca que ella, más fría, tan sola y tan vacía. Aunque no estoy sola, no estoy vacía, ni tampoco tengo frío. Tengo calor, estoy rodeada de gente, y estoy llena de angustía. Pero así me siento, sola fría y vacía. Como esta casa.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Días

Los días pasan tan veloces, que ni siquiera alcanzo a contarlos; no los vivo, sólo los recuerdo.
Y lo peor es que no tengo memoria, la perdí hace tiempo.

Ni ganas tengo de escribir.

¿Y la vida, cuándo comienza?
¿Cuándo termina?

Nada

Siempre:
omito,
escondo,
miento,
aparento,
odio
(intento),
desaparezco
( y vuelvo),
me rindo,
doy todo
(y nada también),
casi siempre
oculto
pero
a
veces
(no)muestro todo.
La mayoría de las veces.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Gusano en la alfombra.

Pisotear, escupir y aplastar.
No tengo más palabras para escupir,
tengo comas, puntos y preguntas para pisotear,
tengo ideas, sueños, amistades y amores para aplastar.
Quiero vomitar algo, pero ni siquiera está en mi estómago,
quiero pisotear signos que no están en mis pies,
aplastar todo lo falso, aplastar todo quizás.
Estoy en el límite, al borde, a punto de caer.
Y hago nada por salir de ahí.
.
.
.
El cadáver en la alfombra yacía con los ojos abiertos, grandes y secos y la mirada perdida y la piel amarilla, podrida y fría como esta noche, como este invierno, un olor putrefacto penetraba las paredes y los muebles. Pasaron horas interminables. Un grito quebró el silencio. Y llovía y se oían las gotas caer una dos tres y cuatro y cinco y seis veces y se multiplicaban como granos de arena y cada gota dolió como sal en la herida y después del grito vino el llanto; nadie supo de su muerte hasta esa noche. Era demasiado tarde. Habían pasado días, era el alimento de gusanos satisfechos, sólo quedaban rastros de carne y un par de gotas de sangre, un poco de cabello y un atado de huesos,
el tiempo le pasó la cuenta, fue el alimento de larvas insaciables.
Su muerte fue macabra, no le quedaba tiempo, no le quedaba aire; la vida fue extinguiéndose segundo a segundo. Apretó su puño con tanta fuerza que sus uñas quedaron arraigadas en la palma de su mano, sus dientes se quebraron de miedo, sintió ese sudor frío y cada vez más cerca el aroma amargo de la muerte. El reloj marcaba las cuatro a eme. Llegaba la hora. Miró a su alrededor, se detuvo en cada fotografía, en cada rincón, leyó una y dos y tres veces cada carta y escribió otras tantas, sintió su cuerpo vibrar y su voz apagarse, sus manos estaban cansadas y su piel flagelada. LLegó la hora se dijo a sí mismo. Abrió el cajón de su velador, tomó aquel frasco, giró la tapa sin dudar, lo abrió. Se miró al espejo, ya no era el mismo, su piel estaba ajada, su cuerpo sin ganas, su mirada había muerto hace años, y su alma ya no lo acompañaba. Eran las cinco a eme. Cada vez más cerca estaba del fin. Tragó tantas pastillas como pudo, abrió desesperado uno y otro frasco; hasta que cayó sobre la alfombra. Aún estaba conciente, sentía como sus pulsaciones disminuían, intentó levantarse, intentó gritar, quería correr pero fue imposible, todo intento fue en vano. Su corazón se detuvo, su cuerpo quedó rígido, su boca abierta y su mirada apuntando al cielo.
Demasiado tarde para arrepentirse.

jueves, 1 de noviembre de 2007

(Des)esperada espera.

Y ahora sólo queda esperar.
Que pasen los años,
se acabe el tiempo,
cesen los sueños,
desaparezcan amantes,
desvanezcan amigos,
y finalmente, mutilar el cuerpo.
Yo espero que llegue el descanso, el descanso eterno.
Ni siquiera he vivido y ya estoy cansada de esta vida.
Si pudiese omitiría los últimos 6 años,
Si pudiese, omitiría todo.
No merezco nada, ni siquiera la lástima; eso ya es demasiado.
No sé como puede haber gente tan estúpida que soporte tenerme a un par de metros, no sé, realmente son imbéciles, soportar a alguien así, como yo...por qué, no lo entiendo.
No tengo ni siquiera escrúpulos,
no tengo verguenza, ni siquiera sé lo qué es arrepentirse.
Y no conozco la palabra perdón.
Tengo nada,
tengo la mentira a flor de piel y un par de lagrimas bajo los ojos, un poco de odio
Que el tiempo acabe pronto;
detente reloj de la gran puta.