martes, 10 de marzo de 2009

Mañana.

Entonces huí, hecha vísceras, con la mente confundida y el corazón abierto. No hubo noche en que no tuviera pesadillas espantosas, porque todo lo que había dejado atrás se había transformado en un monstruo, que escupía fuego y veneno con una precisión envidiable hacia mi patético y vulnerable cuerpo diminuto. Porque me volví pequeña, sin armas, sin razones, con todos los sueños quebrados y esparcidos detrás de mí. Estuve tratando de permanecer inmune a mi subconsciente que no dejaba de recordarme que aunque estuviera a kilómetros, el infierno me esperaba indefectiblemente al regreso. Ese antiguo dolor esperaba para seguir mordisqueando lo poco que había quedado de mí y luego escupirlo y dejarlo podrir. Tengo miedo de volver, pensé. Decía. El dolor se expandía como una galaxia y me atrapaba con una fuerza universal.
Tarde o temprano todo se paga en la vida, no es necesario morir para ir al infierno.
Definitivamente el infierno y sus demonios me mordían a cada segundo, me los tragué en cada bocado que intenté comer, los llevaba en mi estómago, los dejé vivir ahí esperando a que llegara el perdón.
Yo y mis dolores tontos, auto inflingidos. No entiendo como llegué a ese punto, a sentirme líquida por dentro, a tener la sensación de embrión que es lentamente abortado de un vientre que no lo desea, y que luego de dejarlo caer en mil pedazos, sale a la calle como si nada, pensando en lo bien que continuará su vida sin esa carga que ya no existe, que nunca importó. Que luego vestirá un traje azul y bailará toda la noche en una fiesta infinita, mientras los pequeños bracitos se pudren en una bolsa de basura, única testigo de esa vida que nunca fue. Ayer vi la realidad con ojos llenos de sangre. No vi claro, no tuve valor, me estaba llenando de rabia para poder sobrevivir, porque si no lo hubiera hecho, estaría deshecha como una hoja en invierno. La rabia me mantuvo alerta, repuso las heridas, me sanó el corazón que en algun momento se detuvo porque quedó sin sangre. Pronto, cuando el odio se seque, me levantaré, me sacudiré el barro, y celebraré una vez más a la vida y sus notas musicales. Pensaré en dejar de fallar, volver a resolver, tomaré mi vida y dejaré atrás todo ese tiempo de error. Y todo será como siempre debió haber sido.
Pronto.

No hay comentarios: