domingo, 1 de enero de 2012

El mar colgando en la ventana.

¡Cuántas horas gastamos en pensar!
sobre la inexactitud de lo que no fue exacto
¡cuántas horas, cuánta vida!
regalamos a la muerte
que nos observa siempre distante.

Quisimos actuar en función del tiempo

pero el aroma nada enlazó con su instante
que fugaz se desvaneció
como todo lo circunstancial
la noche por ejemplo
la noche, la noche
¡y el día qué!

Qué importó el día
si tarde llegaste
a triturar la costosa quietud de mis días
con tus infinitos paisajes verdes
y aquellos lagos arraigados en mi memoria.

Qué importó la noche
si (re)apareciste azul inquieto

con tu paso breve y con tu beso fugaz
mientras yo

me dormía en otras pupilas.

Circunstancia y deseo
¿qué son si no combustión de la nada?
nuestros cuerpos han sido
únicos responsables de tan fatídica guerra.


A
rdiendo exactos en tiempos inexactos
como el tiempo:
tú y yo
nunca coincidimos
mas ahora las olas parecen dormidas.

E
l recuerdo se torna inevitable
cuando el sur se posa en mi ventana
con su canto ciprés
y su beso glaciar

gritándome
que el tiempo se detuvo
y mi memoria te esperó
respirando ayeres.

Porque ni tú ni yo sabemos lo que somos, cuando nos golpea el sol en la cara, y amanece sin nosotros la brusca realidad.

1 comentario:

Ètienne dijo...

que bueno saber que aun escribes señorita Paula :) yo me di una vuelta por mi blog jaja. saludos