martes, 11 de diciembre de 2007

Por última vez.

He escrito veinte poemas y no me gustan. Me doy cuenta que existen peores cosas que estar sola, sin embargo, lleva una vida entera darse cuenta y la mayoría de las veces es demasiado tarde y no hay nada más terrible que decir demasiado tarde. Afortunadamente esta es mi séptima vida.
Y en esta vida no hay papeles, no hay sonido.
No hay furia, no hay placenta.
Cuando muera otra vez, no quiero llantos, sólo un entierro decente; viví siete u ocho vidas, y eso es suficiente para cualquiera. Todos finalmente somos lo mismo.
No hay furia, no hay placenta, no hay papeles.

Silencio.
Sólo tiempo. La carne cubre al hueso, la piel a la carne y el tiempo a la piel. Pero la carne busca algo más que piel; busca carne. Y es curioso, porque jamás la encuentra, nadie encuentra jamás al otro. Demasiada carne, demasiada piel.

El basurero se llena,
los manicomios se llenan,
las calles se llenan,
los bares se llenan,
los hospitales se llenan,
Yo no me lleno.

Nada más se llena.

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