lunes, 23 de mayo de 2011

Dos.

Llegaste
cuando menos lo esperé
iluminando cada rincón
llenando cada grieta
y vacío
de este cuerpo
agonizante
de tantas guerras
y es que no había sido fácil
tanta soledad
tantos bares
y noches
tantas trincheras
de carne
heridas de pisco
y noches de baile.

Eres tanto
y tan intenso
es esto que siento
que la felicidad
ha cambiado
el gris de esta ciudad
pintándolo de sur
de otoños australes
de mares centrales
y es que la distancia es nada
porque estás aquí
cuando te pienso
y te siento
dentro de mí.

Estás, aquí
junto a las ventanas
semi-abiertas
de la eternidad
invitándome
a colgarme de tus pestañas
y a ser uno
en esta vida centrífuga
que nos arrastra
(inevitablemente)
a sentir.

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