Sólo te pido
apagar la palabra y el verso inútil
que sea el DESEO inagotable
la única fuerza que gobierne
nuestros cuerpos palpitantes.
Yo te pido, lo que nadie jamás te ha pedido:
que me devuelvas el recuerdo tinto
de nuestros cuerpos fundidos
y de los últimos gritos
que (no) se escaparon de nuestras bocas.
Hoy, sólo te pido
¡alcemos nuestras copas!
por el sudor, las horas
y por aquel camino curvo
que nace desde tu pecho
y baja hasta tu centro rectilíneo.
Hoy, te digo: ¡brindemos!
Por todo lo que hemos y no hemos sido
por tanto ciclo
y porque el deseo que compartimos
siga siendo símbolo de libertad.
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