sábado, 5 de noviembre de 2011

Dos Lunas.

Después de la hecatombe
todo queda calmo y silente
y un dolor remoto
crece con letargo.

Desde las arterias brota el espanto
llenando de incertidumbre
cada esquina y rincón
de este cuerpo
hogar de la costumbre.

Mas de pronto descubro
las razones, las excusas
¡es este silencio!
-a veces- incómodo y feroz

el que me obliga a pensarte.

El recuerdo de tu sonrisa
tus canciones y lo impensable
¡treinta días eternos!
creando paisajes junto a tu piel dorada
que hoy fugaz, se desvanece
.

Cuando mi alma vuelve
te busco entre calles y puentes
y es que Santiago
-inevitablemente-
me grita tu nombre.



Porque no hay nada peor que decir:
"Demasiado tarde".

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