domingo, 21 de octubre de 2007

(In)conciencia.

Mis verbos se diluyen en el viento y te espero y no llegas sigo esperando y no llegas luego llegas y te vas y los segundos se hacen nada y los niños corren y los arboles vuelan y las nubes arrastran hojarascas de tiempo y yo no sé qué pasó, por eso no me preguntes nada, sólo contesta, porque yo te preguntaré: ¿Dónde estaremos mañana?
No sabes, quién sabe.
No importa, nada importa.
Y todo sucede tan rápido, no me doy cuenta.
Eran las seis, un par de minutos y ya son las diez, por qué tan rápido, por qué. Y quién me responde eso, nadie.
Mis fantasmas y mis demonios, já.
Y me reprochas diciéndome que hago demasiadas preguntas, pero qué es la vida sin preguntas, yo no puedo vivir sin cuestionar, sin saber el por qué de las cosas.
Debe ser esa la razón de mi locura, siempre hay una razón para todo; lo curioso es que nunca encuentro las razones, nunca.
Y me aburrí y me aburro de esta forma de ver la vida, me aburro de ser.
Me aburro de mí, me aburro de ser la Paula. Me aburro de ser impaciente, me aburro porque no tolero nada ni a nadie, me aburro porque no soporto tantas cosas, y me canso siempre tan rápido, me canso de pensar, me canso de creer que las cosas pueden ser diferentes, me canso porque soy hipócrita, mentirosa, egoísta, calculadora, fría, y traidora. Me canso de ser.
Me canso y me aburro y no espero, no espero a nadie, también espero nada de nadie. No espero algo, espero nada.


Divago siempre como brisa nocturna, en calles vacías, en calles ajenas, en calles que no existen, calles sin nombre. Y no pienso, nisiquiera sé si existo, ni siquiera sé realmente si lo que escribo tendrá algún sentido. Al menos, nadie dice que debe tener algún sentido.
Yo no quiero que esto tenga sentido, sólo quiero saber dónde estarémos mañana.


Trago arena, entierro mis ojos en la sal, el mar celoso me lleva, me tira y me enreda en sus olas. Y yo escupo espuma, y vomito cosas que nisiquiera tengo en el estómago.

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