Miraban un atardecer desde el último piso de un edificio. Él dijo: "¿Volvamos?". Ella asintió con una tenue sonrisa. Inesperadamente, se arrojó por la ventana.
"Volemos", habría escuchado ella.
Nunca he tenido ambiciones, pero debería tenerlas. Hay gente que vive tras su Moby Dick, tras Don Quijote y los Picapiedras. Yo vivo en un mundo centrífugo. Pienso que el 99% vive de forma inconsciente como animalitos, que, a medida que crecen, adoptan lo
Reconozco que tengo facilidad para ocultar (algunas) cosas que me duelen, transformarlas tal vez, en ganas de dormir, de apagarme, de drogarlas, embriagarlas. Me irrito y me derrito, me idiotizo, espanto a la gente. Las causas perdidas. No asumo nada. Es que tengo poca suerte, pienso. Estoy confundida. Es necesario que deje de ser invierno, es necesario que sean las vacaciones de fiestas patrias, es necesario que sea la navidad y el viejito pascuero me traiga lo que prometió parece que en chiste, pero le aclaro que la pataleta fue en serio.
¿Es de alcohólicos desear un ron el miércoles a mediodía?
Rasca y desubicado.
Pero a mi me da lo mismo.
Como diría Fulano: "¡A quién le importa!" .
Sigo sin entenderme. Son las siete y mí café sabe a ventana.
La lluvia huele a libro añejo.
Y las manzanas ruedan por el techo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario