lunes, 5 de mayo de 2008

Tres vocales.

¿Otra vez? ¿Esta y cuántas más? Parece un chiste esta cosa, y de mal gusto. Nunca me han gustado las despedidas, pero esta tuvo algo especial, un no sé qué. Y es que así pasa, cuando no lo esperas aparece y cuando no lo buscas lo encuentras. No esperé que todo fuese tan rápido, así, de zopetón. Pero tengo rabia, porque nosé, no quería sentir eso de nuevo; y yo que pensaba que pasaba una sola vez; claro que si pasa dos veces, pasa tres y cuatro y cinco y muchas más ¿o no?. Pero esta vez no quiero que pase, osea, no quiero perder la oportunidad; pero siento que quizás sea mejor dejarlo ir. Detesto no tener fuerza de voluntad. Peor aún si quiero dejar de pensar en aquello y te veo siempre, y no porque realmente así lo quiera; sino porque transitamos la misma calle, las mismas plazas y los mismos cafés. Si hasta en la micro te me apareces, en la calle, en el semáforo y en el subterráneo. Y no es paranoia, no es que esté alucinando, es cierto mis ojos te gritan. Pero bueno, como todo comienzo tiene final, un abrazo fuerte y un beso de esos de película no vendrían mal; un chao y hasta (luego) nunca. Fue tarde, no sé la hora pero sí el lugar, nos juntamos en esa esquina, la que tenía miradas, garras y colmillos, hasta fuego le salía por la boca a la maldita; después caminamos por la alameda, subimos las escaleras, y mientras tu mirabas tú relojito yo rodaba por la escalera eléctrica y me despellejaba y rompía los huesos y el corazón de nuevo se me salía por la boca, siendo pisoteado por todas esas suelas burócratas. Te esperé dos horas, que en realidad fueron cinco minutos, llegaste y no pude evitar decirte lo que tenía planeado. Pero de nada sirvió. Mí corazón lo vomitó todo, hasta las últimas arterias, tu camisa quedó llena de sangre y hasta tus zapatos se salpicaron. No hiciste más que sacudirte y la sangre cayó al piso, como polvo, como un poquito de tierra. Estabamos sentados, sólo un par de veces me miraste a la cara. Esos ojos cafés salían corriendo por tus mejillas cuando veían los míos, la persecusión no terminaba nunca. Después de todo, llegó la hora de la despedida. Buena suerte, sé feliz. Me fui, mire hacia atrás y no estabas, era imposible. Te esfumaste. O tal vez nunca exististe, yo creo que eso debe ser, nunca exististe. Pero esto terminó, no te invento más: arranco la página, no te dibujo más sobre el pavimento, no más escaleras, no más plazas, no más calles, no más amantes. Chao amante imaginario, la Paula se cansó de tu perfección imperfecta, eres demasiado vulgar y ella quiere un caballero que la haga soñar. Chao. Chao, chao y chao.

6 comentarios:

bufonazo dijo...

y bueno todo llega a su final...!

y si, tenes razón, acá todos se hacen los cartuchos... lo que es culo es culo, lo q es teta es teta...jajajajaj simple... yo ablo de todo y con todos sin tapujos... o acaso me van a decir q nadie hace sexo oral, ah?...ajjaajaa
suerte pequeña niña!

(no creo q sea caliente...solo un poco deslenguada..jajaja)

La vieja que no devuelve la pelota. dijo...

Muy buen relato, tinta sacada de su frasco con cierta elegancia. Siempre que uno pierde algo, también algo llega. Y usted ganado la posibilidad de volver a soñar

r dijo...

me gustó harto.

"no te invento mas", esta bonita la figura del despecho con el amante imaginario.

no entendí mucho tu comentario por alla en mi blog.

:: CLauD!o :: dijo...

qué intensa toda tú! ... te vas a mis favoritos, qué va!
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saludos!

 kotto dijo...

me gustó tu relato eso de hacerse el rudo tras una despedida... pero a la vez no serlo... uuff pasa y a menudo

Juanito dijo...

Hola:

La verdad que no me gustó tu relato, creo que fue demasiado cursi y visceral. En fin, Al final es cosa de gustos y no soy quién para criticar, si al final escribo de la caca jajaja.

Gracias pr pasar a visitar nuestro cochino blog, ya veremos como le ponemos un link de olor jojo...

Suerte!