martes, 29 de abril de 2008

Losopil.

Hoy temprano, me observé y analicé frente al espejo. Tenía rastros de la presa devorada esparcidos por todo el cuerpo, aún quedaba sangre fresca en mis colmillos. Hambrienta y exhausta después de la persecución, saboreando los restos de las entrañas, lamiendo las gotas calientes que expulsaba el corazón palpitante del animal sometido a la asfixia de mis brazos -y piernas- pidiéndome un poco más de oxígeno. Pero sonó el despertador. Y llegó la luz del día derramándose insolente sobre mis ojos, y me negué a abrirlos, hasta que la realidad que detesto se iluminó con toda su gracia. Me pintó de gris, me dejo instalada en mi (in)humanidad y salió para saludar al resto de los minutos.
Creo que empecé con los sueños premonitorios de media estación, ya no hay nada por qué mascarse las uñas, el tiempo se acaba, se desvanece, huye inquieto; y no sé a qué lugar.

1 comentario:

àrid absurdalah dijo...

he caído aquí por casualidad, curioso azar, y creo que quisiera decir algo así como "gracias por abrir este rincón al mundo!". así que ahí lo dejo.

y le dejo también una sonrisa, que veo mucho tormento por aquí.