sábado, 26 de abril de 2008

Cuatro.

Desde hace dos horas los números, el tiempo y los minutos me persiguen, otra vez la paranoia. Malditos. Que se vayan, púdranse, que se los trague mi cuaderno y los mastique la pared. Los detesto. Sería todo menos complicado sin esos malditos dueños del reloj. ¡Jajá! signos. Otra vez, otra vez.
Detente mujer no eres la única, a mi también me pasa, queda poco tiempo, quedan pocos días. ¿Ha pasado sólo un mes, y sientes como si fuese una vida? Tranquila mujer, tranquila. Sigue masticando tu cigarro y tu copa de vino, que los niños corran y el perro ladre; el tiempo sabe lo que hace, el tiempo lo quizo así. Volverá, lo sabes.
Al fin y al cabo, el tiempo lo cura todo; menos las heridas.

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