sábado, 26 de abril de 2008

Cinco.

Nada se compara, siempre lo supe. Fue una idiotez pero de las mejores, esas que después de haberlas repetido una y otra vez, durante toda la vida, se vuelven a tejer. Quisiera tener la fuerza y voluntad que muchos tienen pero mi caso, es un caso perdido. Me di cuenta tarde que es absurdo todo esto y siempre lo fue. Hay cosas que siempre son, pero no nos damos cuenta y pensamos que nunca fueron. Quiero ver como ese maldito y repugnante lugar se derrumba, quiero que empiece la guerra. ¡Quiero ver las cenizas!
Voy a quemarlo y veré que me dices.
Es imposible que sepas a qué me refiero, porque todas estas palabras, como dijo la artista incipiente que me encontré anoche, son bisturí. Cortan, duelen, hieren, dañan, abren la piel. Después con un poquito de alcohol se curan, claro. Hay personas que también son bisturí, sólo vienen a abrir lo que ya estaba cerrado y otra vez lo dejan abierto, y vamos poniéndole y poniéndole, metiéndole mierda, y entre más se llene mejor.
Sucede que me harté, me cansé. Pero no importa Paula, tranquila; mañana es otro día y volverás a cometer el mismo error. Y quién sabe si fue un error, quizás fue lo correcto.

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